El héroe americano

Couples entra en la leyenda del golf al ganar el Masters

ENVIADO ESPECIALSe lo ha demostrado a sí mismo. Fred Couples ya se cree un verdadero campeón. Su victoria en el Masters de Augusta le ha convertido en un héroe nacional. El golf estadounidense ha saldado su cuenta pendiente con el europeo. Su orgullo ha restañado sus heridas. El hombre de Seattie, un gran aficionado al tenis, al ciclismo y a los coches potentes, lo ha logrado.

A sus 32 años, ha entrado en la leyenda de su deporte. Su cuenta corriente engordará con los nuevos contratos millonarios de publicidad. Pero, sin duda, su mejor recompensa ha sido el éxito en sí.Pareció como si r...

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ENVIADO ESPECIALSe lo ha demostrado a sí mismo. Fred Couples ya se cree un verdadero campeón. Su victoria en el Masters de Augusta le ha convertido en un héroe nacional. El golf estadounidense ha saldado su cuenta pendiente con el europeo. Su orgullo ha restañado sus heridas. El hombre de Seattie, un gran aficionado al tenis, al ciclismo y a los coches potentes, lo ha logrado.

A sus 32 años, ha entrado en la leyenda de su deporte. Su cuenta corriente engordará con los nuevos contratos millonarios de publicidad. Pero, sin duda, su mejor recompensa ha sido el éxito en sí.Pareció como si retrasara a propósito su putt triunfal. El australiano Craig Parry, el líder tras la tercera vuelta y su pareja en el partido final, hacía ya muchos hoyos que estaba derrotado. Allí, en el green del 18, todas las miradas eran para él. Se acercó con solemnidad a su pelota, a escasos centímetros del agujero; cogió con firmeza el putter y la empujó hasta el fondo del pozo de unos deseos hechos, al fin, realidades. El Masters, con 275 golpes (- 13), ya era suyo.

Mientras que el galés Ian Woosnam, el ganador anterior, le ayudaba a ponerse la simbólica chaqueta verde, es posible que a Couples le pasara por la mente, en una rápida sucesión de imágenes, su carrera. Pese a su técnica e imaginación, no había podido probar su condición de as auténtico hasta que, en diciembre pasado, se impuso en el primer Campeonato del Mundo, en Jamaica.

Débil

Se le acusaba de ser débil en los instantes decisivos. Sus únicos seis éxitos en el circuito de su país desde 1980 daban, en principio, la razón a sus detractores. Quizá por ello buscó el apoyo de una prestigiosa psicóloga.En esta temporada ya había obtenido dos más, en Los Ángeles (Caifornia) y Orlando (Florida), antes de llegar a la cumbre del Masters. Componente del equipo norteamericano en la Copa Ryder de 1989 y la de 1991, sólo ahora ha asumido el protagonismo propio del líder mundial por puntos que es (18,41 por los 15,31 del inglés Nick Faldo, los 15,06 de Olazábal y los 14,68 de Ballesteros).

"Soy feliz". Esta declaración suya, previa a la confesión de sus sensaciones durante el último recorrido, era innecesaria. Sus cuatro de Augusta valen por todos. Además, le han supuesto 270.000 dólares.

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