FALLECE UN GRAN PERSONAJE DEL DEPORTE

Juanillo el Viejo

La carrera deportiva de Juanito está salpicada de sucesos

Treinta y siete años pueden dar para mucho si el biografiado comienza sus andanzas a los 14 falsificando su edad para poder jugar al fútbol en Tercera Regional. A tan tierna edad ya le llamaban en casa a Juan Gómez González, Juanillo el Viejo. Por algo sería. Popularmente, sin embargo, ha sido conocido como Juanito, un jugador tan admirado por su talento como atractivo por sus arrebatos. Juanito se echaba a perder en dos segundos. "Me ha podido mi instinto animal", dijo a poco de intentarle pisar la cabeza al alemán Mattháus en un partido.

La estadística dice muy poco de su carrera. Die...

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Treinta y siete años pueden dar para mucho si el biografiado comienza sus andanzas a los 14 falsificando su edad para poder jugar al fútbol en Tercera Regional. A tan tierna edad ya le llamaban en casa a Juan Gómez González, Juanillo el Viejo. Por algo sería. Popularmente, sin embargo, ha sido conocido como Juanito, un jugador tan admirado por su talento como atractivo por sus arrebatos. Juanito se echaba a perder en dos segundos. "Me ha podido mi instinto animal", dijo a poco de intentarle pisar la cabeza al alemán Mattháus en un partido.

La estadística dice muy poco de su carrera. Diez años en el Real Madrid, 34 partidos en la selección, una brillante reaparición en el Málaga, su breve trabajo como director técnico o su recién estrenado empleo como entrenador del Mérida, poco dicen del verdadero Juanito. Su personalidad ha impregnado su carrera tanto de aplausos como de conflictos. Nadie le ha discutido bondad y generosidad, porque tanto sus virtudes como sus defectos abundaban en el exceso. Le perdía su sentido de la justicia. 0 mejor dicho, su rebeldía ante la injusticia.Su carrera comienza formalmente entre el Atlético de Madrid y el Burgos, equipos en los que ya dejó huella su personalidad: alguna que otra expulsión e incluso una pequeña visita a un calabozo militar por autoconcederse un permiso. Llega al Madrid en 1977 y a los pocos meses su genio resplandece en Belgrado con la camiseta de la selección nacional. España estaba a punto de obtener la clasificación para el Mundial de Argentina a costa de Yugoslavia. Juanito se retira al banquillo tras ser sustituido y se dirige al público con el pulgar hacia abajo. La respuesta fue un botellazo histórico. "Expresé lo que sentía. Obré mal. Afortunadamente, el botellazo me cayó a mí... y en paz".

Desde aquél día pareció evidente que Juanito ha sostenido una larga lucha contra sí mismo, por encauzar su temperamento, una batalla que terminó siendo infructuosa. Su "instinto animal" o su rebeldía terminaban ganando la batalla. La crónica de sucesos es amplia. Paralela a la de arrepentimientos.

Al año es sancionado por insultar a un árbitro en un partido internacional. "Me arrepiento. Hice mucho daño al club. Lo que gano en tres meses lo pierdo en dos segundos".

Su prestigio como futbolista era ya indiscutible, pero las posibilidades de su temperamento podía dar mucho de sí. A lo registrado en los terrenos de juego le sucedió una intensa racha de problemas extradeportivos. Entre ellos, una confesión pública de que existieron casos de doping durante su estancia en el Burgos y una reyerta dialéctica que acabó en querella con el presidente del Barcelona, Josep Lluis Núñez. A raiz de que Juanito tuvo un hijo extraconyugal, Núñez se refirió a él como alguien que iba embarazando a mujeres por las esquinas". Ambos a los tribunales. "Traté de defender el honor de las madres de mis hijos", dijo.

Un indulto le había permitido volver a Europa pero su reincorporación no duró demasiado. Además de un doble conflicto personal con Stielike -primero una bronca entre compañeros tras la final de la Recopa, luego un famoso escupitajo siendo rivales-, llegó la escena del estadio olímpico de Múnich, en un encuentro de Copa de Europa entre el Madrid y el Bayern. Juanito no pudo dominar su instinto y corrió a por Mattäus, tendido en el suelo. No mostró disimulo. El juego estaba detenido: sin el amparo del balón, atento el árbitro, el estadio, los telespectadores, a su inesperada carrera, alzó la bota para pisarle la cabeza al alemán. "Lo que he hecho es deplorable. Estoy apesadumbrado". El arrepentimiento no evitó la sanción: cuatro años de inhabilitación. Hace sólo un año que caducó ese castigo.

Los golpes no obstruyeron su sinceridad. "Si tuviera 15 años menos sería ultrasur", sentenció para la polémica.

Juanito dejó el fútbol en 1989. Curro Romero le cortó la coleta. No podía ser de otra manera.

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