NECROLÓGICAS

Héctor B. Kuperman, periodista experto en ajedrez

"Ya estoy cansado de analizar guerras y conflictos internacionales" pero si queréis, puedo hacerme cargo de la sección de ajedrez una guerra incruenta con carácter universal", contestó Héci or B. Kuperman al equipo fundacional de EL PAÍS en 1975, cuando le ofrecieron un puesto en la sección de Internacionil. Esa original contraoferta fructificó en una columna diaria que Héctor, mi amigo y maeAro, mantuvo hasta 1988; entonces cedió el testigo a Pablo Morán, quien fue relevado después por Lincoln R. Maiztegui Casis.Héctor perdió el lunes en Buenos, kires, a los 79 años, la batalla contra una tro...

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"Ya estoy cansado de analizar guerras y conflictos internacionales" pero si queréis, puedo hacerme cargo de la sección de ajedrez una guerra incruenta con carácter universal", contestó Héci or B. Kuperman al equipo fundacional de EL PAÍS en 1975, cuando le ofrecieron un puesto en la sección de Internacionil. Esa original contraoferta fructificó en una columna diaria que Héctor, mi amigo y maeAro, mantuvo hasta 1988; entonces cedió el testigo a Pablo Morán, quien fue relevado después por Lincoln R. Maiztegui Casis.Héctor perdió el lunes en Buenos, kires, a los 79 años, la batalla contra una trombosis cerebral que ]e atacó en octubre; pero antes había ganado muchas. Cuando le conocí, en 1984, su andar cansino y su verbo pausado y culte escondían la vitalidad y la pasion de un periodista íntegro e intel ral que amaba su profesión. Nunca olvidaré las horas que pasé junto a él y su compafiera, María Elena, una mujer encantadora, en su domicilio de la calle del Almirante, en Madrid. Al hablar sobre nuestras pasiones comun es el periodismo, los viajes y el ajedrez- su rostro se iluminab,-. mientras la humanidad, la intefigencia y las virtudes de gran conversador de las que estaba ampliamente dotado se fundían para convertirle en un profesor amigo.

Nació en la ciudad bonaerense de Pehuajó; su carrera profesional se fraguó en los diarios Crítica, Democracia, La Gaceta y La Razón hasta el derrocamiento, de 1962, del presidente constituci:)nal Arturo Frondizi, de quie,.fue encargado de prensa durante su campaña electoral. Héctor emigró a Italia, donde trabajó primero para la agencia Ansa y después para Efe como delegado en Roma, corresponsal en Ginebra y Río de Janeiro y redactor jefe en Madrid.

También fue corresponsal de guerra, enviado especial a la fundación del Estado de Israel en 1948. Pero los aficionados españoles al ajedrez le recordarán siempre porque fue el ariete del tratamiento periodístico del juego-ciencia. Sus crónicas reflejaron por primera vez en un medio de difusión estatal ese mundo apasionante, lleno de historia, intrigas, luchas psicológicas y anécdotas sorprendentes que desde entonces aparecen con frecuencia en las páginas de deportes de este periódico.

En 1985, viendo que su salud era ya incompatible con la vorágine de los viajes profesionales, Héctor confió en mí cuando no había motivos para hacerlo y avaló mi trabajo en EL PAÍS. Uno de sus consejos -"el primer párrafo debe tener un gancho, algo que incite a seguir leyendo"- es para mí como una norma sagrada. Otro recuerdo que ahora me emociona es el de esta frase, incluida en una carta a sus amigos de la revista Jaque: "La leo desde Buenos Aires, donde envejezco con tranquila serenidad". Héctor, amigo y maestro, mereció la felicidad y el agradecimiento de quienes escribimos sobre el noble arte del ajedrez.

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