Entrevista:

"No se puede estar mucho tiempo abrazado a un muerto

Pregunta. Anguita aduce, para descalificar la conversión de Izquierda Unida en un partido político, que los partidos son algo ya antiguo y obsoleto...Respuesta. No parece muy razonable decir que están obsoletos para descalificar así que Izquierda Unida se pueda convertir en un partido y simultáneamente aferrarse a que persista el PCE, que sí ha quedado bastante obsoleto. Claro que hay muchísimo que renovar, pero en los partidos políticos, porque si no hablamos de partidos ¿de qué democracia estamos hablando?

P. ¿Introduciría IU correcciones concretas de la ol...

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Pregunta. Anguita aduce, para descalificar la conversión de Izquierda Unida en un partido político, que los partidos son algo ya antiguo y obsoleto...Respuesta. No parece muy razonable decir que están obsoletos para descalificar así que Izquierda Unida se pueda convertir en un partido y simultáneamente aferrarse a que persista el PCE, que sí ha quedado bastante obsoleto. Claro que hay muchísimo que renovar, pero en los partidos políticos, porque si no hablamos de partidos ¿de qué democracia estamos hablando?

P. ¿Introduciría IU correcciones concretas de la oligarquización de los partidos y de su reducción a máquinas electorales si se convirtiera en un partido?

R. Soy partidario de limitar la permanencia en los cargos dirigentes, de permitir que las listas de candidatos no estén bloqueadas, de que esté garantizada la representación de las minorias y de que haya elecciones primarias para la elección de los líderes y referendos internos sobre las grandes opciones.

Yo prefiero un partido con todas esas características a una cosa que ya no se sabe muy bien qué es -si coalición, si movimiento político y social-, pero detrás de la cual está un partido que controla eso. Las decisiones deben tomarse en la instancia que luego se somete al veredicto de las urnas, y nadie que sea ajeno al apoyo expreso de los ciudadanos está legitimado para decidir.

Los partidos están para representar las aspiraciones de la gente y no para actuar como guías, vanguardias o no se sabe qué. Y para intentar ganar elecciones. Por eso prefiero que IU, en un proceso natural, concluya el proceso de convertirse en una formación política, todo lo plural y moderna que queramos.

P. Usted ha solido objetar los liderazgos fuertes, al menos de los demás. ¿La ausencia de Anguita en el puesto de coordinador general podría facilitar el desarrollo de IU e incluso hacer innecesario que él vuelva a tener el protagonismo que ha tenido?

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R. Quiero huir de la discusión sobre personas, porque no está ahí el problema. Anguita es un buen líder de Izquierda Unida, al que nadie le discute esa condición, y en mi opinión puede seguir siendo el líder. Efectivamente, soy contrario a los liderazgos carismáticos porque hay que impulsar la pedagogía política de que lo importante son los programas y las ideas. Pero tampoco creo que la desaparición de un líder facilite el desarrollo de IU. Lo que digo es que me parece una rémora para una política seria los planteamientos de o Manolete o Arruza.

P. Usted rezuma optimismo por IU. ¿Pero IU no está atenazada por la contradicción de que su pilar más sólido está hecho de un material en descomposición?

R. Todo un mundo que nació en 1917 ha fracasado. ¡Se ha hundido! ¿Alguien cree que la izquierda que tenemos que construir es una opción comunista, que hegemonice el PCE? ¿O más bien hay que construir una nueva izquierda transformadora, renovada, con respuestas a los nuevos problemas? Personalmente, no estoy ni por un proyecto socialdemócrata ni por un proyecto comunista, y para mí un proyecto comunista es el que está controlado y dirigido por un partido comunista, que es lo que está en la mesa.

P. ¿Cree que, finalmente, IU podrá convertirse en un partido en su próxima asamblea federal, antes de las próximas elecciones?

R. Debería. Pero soy pesimista, por la sencilla razón de que la fuerza más importante [el PCE] no quiere eso. Yo, desde luego, voy a librar una batalla política, de ideas, para que se convierta en una formación política nueva en tomo al próximo verano. Lo importante en política no es ganar o perder. Lo importante es saber sumar. Y ese es nuestro reto. Ganar, incluso barrer, en un congreso es inútil si no se conquista la opinión pública, si no se gana la confianza de los electores. Esto es lo que levanta, o liquida, a un partido.

P. ¿Ha dejado usted de ser comunista?

R. Yo sigo considerándome un comunista del comunismo del que yo he sido siempre. No tengo nada que ver con el comunismo que históricamente ha existido, que ha resultado un fracaso total, absoluto, cósmico, y creo que los partidos comunistas no sirven ya para transformar la sociedad. El concepto comunista está destruido, porque los conceptos y las palabras son la historia de esos conceptos y de essas palabras. Pero yo no soy un socialdemócrata ni un centrista.

P. ¿Pero qué es hoy ser comunista?

R. Para mí equivale a decir demócrata, porque el comunismo en que yo he creído más bien cabría definirlo como socialismo democrático. Es decir, apuesto por una profundización de la democracia en todos los sentidos y terrenos. Hoy, democracia es la palabra que expresa mejor la liberación de todas las lacras.

P. Bueno, pero eso es casi como llamar vodka a la ginebra.

R. Si la pregunta es: ¿me siento comunista en la idea que se ha conocido del comunismo existente?, la respuesta es no. Ese comunismo lo repudié hace años.

P. ¿La adaptación de IU a la transición de la Europa del Este hacia la economía de mercado pasa por el ingreso de IU como observador en la Internacional Socialista o por alianzas con los socialistas en Estrasburgo?

R. Plantearse una acción política exclusivamente en España es estar en la luna. El 60% o el 70% de las cuestiones fundamentales en nuestro país ya son europeas. Por tanto, el problema de nuestra imbricación en el marco europeo e internacional es de vida o muerte. Respecto a la Internacional Socialista, es evidente que es bueno tener una plataforma de debate a nivel internacional. No soy partidario de ingresar, pero sí de tender las máximas relaciones con los partidos que la integran e intentar cooperar en soluciones en las que estemos de acuerdo, especialmente en el Parlamento Europeo.

Si en el futuro esa Internacional sufriera transformaciones interesantes, no me parecería un pecado mortal que IU se plantease el ingreso como observador. No es un tema de hoy, pero los que no quieren comprender que hay un espacio político europeo que hay que construir con seriedad se están negando a hacer política en serio. Se instalan en una política de campanario.

P. Siendo comprensible, como reflexión, la pretensión de que se disuelva el PCE, ¿no cree que la presión, en la práctica, ha podido alimentar en sus militantes el numantinismo más que la flexibilidad?

R. Es algo que se puede pensar. Pero no creo que el problema haya sido ese, sino que la mayoría de los dirigentes del PCE no han dado la batalla de explicar que el instrumento llamado PCE, que fue importantísimo, heroico, ha dejado de ser útil para transformar esta sociedad. Y que si un instrumento no sirve hay que dejarlo y coger otro. Hay quien dice que ahora no es el momento de la disolución, que más adelante. No lo sé. Lo que sí sé es que no se puede estar mucho tiempo abrazado a un muerto. Sé que es una frase muy dura.

En la conferencia del PCE de Sevilla ha habido resoluciones que reivindicaban la figura de Stalin y que casi ganan, lo que muestra el dogmatismo que queda. ¡Y con eso no vamos a ninguna parte! Incluso se llegó a impedir al secretario provincial que presentara su informe. ¡Eso no lo había visto nunca!

P. ¿Que Izquierda Unida se sitúe, como usted quiere, en el terreno del socialismo democrático equivale a dejar de postular la sustitución del capitalismo?

R. No, no. Situarse en ese campo presupone precisamente la superación del capitalismo.

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