Basilio y la bandera roja

Comenzó la fiesta del PCE

Basillo Rubio, 84 años y carné número 1.201 del PCE, llegó temprano a la fiesta comunista, abierta ayer en la Casa de Campo madrileña. A las 17.30, gorra roja y pañuelo al cuello, paseaba su bandera: dos metros de tela grana con la hoz Y el martillo. No tiene dudas: "Me enterrarán con mi bandera y si el cura no quiere venir, que le den por saco. Hay que seguir con el puño en alto, o mejor, levantar los dos puños". A Basillo, que acaba de llegar de su pueblo, Torrejoncillo (Cuenca), no le preocupa la caída del comunismo en la Unión Soviética. "He recibido unos papeles de Rusia donde dicen que d...

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Basillo Rubio, 84 años y carné número 1.201 del PCE, llegó temprano a la fiesta comunista, abierta ayer en la Casa de Campo madrileña. A las 17.30, gorra roja y pañuelo al cuello, paseaba su bandera: dos metros de tela grana con la hoz Y el martillo. No tiene dudas: "Me enterrarán con mi bandera y si el cura no quiere venir, que le den por saco. Hay que seguir con el puño en alto, o mejor, levantar los dos puños". A Basillo, que acaba de llegar de su pueblo, Torrejoncillo (Cuenca), no le preocupa la caída del comunismo en la Unión Soviética. "He recibido unos papeles de Rusia donde dicen que de las cenizas del PCUS nacerá un partido comunista aún más fuerte"."Vengo a la fiesta porque tengo que venir", concluye Basilio. Él era el único con bandera al hombro, a pesar de que se vendían por 1.500 pesetas, efigie de Lenin incluida. Por su lado pasan otros camaradas más jóvenes. La fiesta está comenzando, pero la afluencia aún es escasa.

Hasta el domingo, se espera la asistencia de unas 150.000 personas a la fiesta organizada por el Partido Comunista. La intervención política de mayor rango tendrá lugar el sábado por la noche, con el discurso del secretario general del PCE, Julio Anguita.

En el recinto se han habilitado, entre pabellones y entoldados, espacios para las representaciones comunistas de las 17 comunidades autónomas.

En el espacio dedicado a las representaciones internacionales, el comunismo cubano era el rey. "La gente nos anima", decía una de las encargadas. Obras de Fidel Castro a buen precio, también el ron, aunque en competencia directa con el que ofrecían los sandinistas.

Cualquier puesto tenía algo que vender, desde las alfombras del Tudeh iraní hasta los pañuelos palestinos pasando por la pintura haitiana. Pero también había feriantes apolíticos. Una joven suramericana ofrece horóscopos, chinos o no. "¿El futuro del comunismo? No, de eso no predecimos", respondía.

La festa de este año ha puesto el acento en la solidaridad con el pueblo saharaui. A media tarde se celebró un coloquio sobre la situación europea en el que intervinieron Pablo Castellano, Francisco Frutos, Francisco Palero y Carlos Talbo. "En cuanto nos movemos los peces, hay agua", lamentaba en la puerta Francisco García. La lluvia apareció en algunos momentos.

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Cerca de las 11 de la noche, cuando Luis Pastor cedía el escenario a Ramoncín, Basilio seguía paseando. Un camarada le ayudaba a pasear la única bandera roja en la fiesta del PCE.

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