España luchó contra la desilusión

España comenzó la etapa de Vicente Miera como seleccionador entre la desilusión de saberse desplazada de la fase final de la Eurocopa y la positiva actuación del equipo que alineó en la primera parte, en la que no sólo se conjuntaron ideas, sino que se desarrollaron algunas de manera satisfactoria.Las cargas heredadas del pasado son ahora más importantes que nunca. Lejos de Suecia, tras la victoria (le Francia ante Checoslovaquia., Miera tendrá que optar ahora entre mantener el bloque de la etapa de Luis Suárez, que fue el que jugó bien, o elegir un, equipo más renovado. El nuevo, que presentó...

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España comenzó la etapa de Vicente Miera como seleccionador entre la desilusión de saberse desplazada de la fase final de la Eurocopa y la positiva actuación del equipo que alineó en la primera parte, en la que no sólo se conjuntaron ideas, sino que se desarrollaron algunas de manera satisfactoria.Las cargas heredadas del pasado son ahora más importantes que nunca. Lejos de Suecia, tras la victoria (le Francia ante Checoslovaquia., Miera tendrá que optar ahora entre mantener el bloque de la etapa de Luis Suárez, que fue el que jugó bien, o elegir un, equipo más renovado. El nuevo, que presentó ayer en la segunda parte, pareció desconjuntado y sin capacidad competitiva.

Por lo menos, la selección española combatió la apatía que parecía sugerir el resultado de los checoslovacos y brindó un tiempo a los aficionados asturianos muy interesante aun a sabiendas de que incluso como ensayo el partido era del todo inútil. España jugó fácil desde el principio, pero sobre todo tras el estupendo gol de Rafael Martín Vázquez, que era, además, el primer disparo a puerta, que realizaban los españoles.A partir de ese momento, el balón tuvo un propietario y Uruguay resistió mal la coordinación española y reaccionó tarde. Es decir, se vio desbordada casi siempre. Hasta tal punto llegó su desconcierto que incluso de los oportunos saques de puerta con la mano de Zubizarreta llegaron contragolpes bien fabricados por Eusebio, Martín Vázquez o Michel que pudieron ser gol.

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Los dos tantos logrados pudieron ser más. Cuando Michel, que estuvo medio tiempo como carrilero por la derecha, y Goikoetxea entraron por la bandas, la defensa suramericana fue un pasacalles.

Álvez no encajó más goles entonces porque o los remates fueron desviados o los despejó con apuros. La creatividad inicial se perdió por completo tras el descanso. Aunque Uruguay no mejoró, España bajó mucho. Hay demasiada diferencia, aunque sólo sea de experiencia internacional, entre el equipo del principio y el que Micra se inventó sobre la marcha.

El gol uruguayo fue fruto, no obstante, de un despiste defensivo en el lanzamiento de un saque de esquina, pero atribuyó nuevos bríos a los jugadores de Cubilla, que apretaron, en la medida de sus posibilidades, todo lo que pudieron.

Aún así, España todavía disfrutó de algunas oportunidades, sobre todo cuando Michel se decidió a aparecer por la izquierda, que fue donde, sorprendentemente, lo situó el entrenador español en la segunda parte.

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