TOUR 1991 DE FRANCIA

Sorensen, un líder fugaz

El danés, que también encabeza este año la Copa del Mundo, no saldrá hoy

El maillot amarillo del Tour es un bien tan preciado como efímero. Poseerlo, aunque sólo sea por unos días, es un don escaso. El danés Rolf Sorensen, líder de la Copa del Mundo de 1991, estaba convencido de que iba a llevarlo por lo menos hasta la larga contrarreloj del sábado. Incluso se mostraba ambicioso y dispuesto a defenderlo. Pero una caída ayer a cuatro kilómetros de la llegada, en la que se fracturó la clavícula izquierda, acabó con los mejores días de su carrera profesional. Los médicos del Tour y el director de su equipo, el Ariostea, le recomendaron que no tomara hoy la salida, aun...

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El maillot amarillo del Tour es un bien tan preciado como efímero. Poseerlo, aunque sólo sea por unos días, es un don escaso. El danés Rolf Sorensen, líder de la Copa del Mundo de 1991, estaba convencido de que iba a llevarlo por lo menos hasta la larga contrarreloj del sábado. Incluso se mostraba ambicioso y dispuesto a defenderlo. Pero una caída ayer a cuatro kilómetros de la llegada, en la que se fracturó la clavícula izquierda, acabó con los mejores días de su carrera profesional. Los médicos del Tour y el director de su equipo, el Ariostea, le recomendaron que no tomara hoy la salida, aunque él quería hacerlo. Luego aceptó la recomendación.

De confirmarse su más que probable retirada, su padre, Jens Sorensen, no podrá aparecer más por la sala de prensa, donde ha vivido momentos de alegría y de decepción. Durante las primeras jornadas se paseaba eufórico, con un león de peluche en una mano y un ramo de flores en la otra, regalos que el líder recibe al final de cada etapa. Ayer vio por la televisión, junto a los periodistas daneses, cómo su hijo se caía poco antes de ¡a llegada. Se quedó silencioso, mirando angustiado la pantalla.Sin embargo, ambos, padre e hijo, habrán saboreado unos días de gloria que sólo muy pocos llegan a conocer. Un breve vistazo a la historia de la prueba confirma lo difícil que es vestir de amarillo. España, uno de los países con mayor tradición ciclista, sólo puede ofrecer seis líderes, tres de ellos hasta el triunfo final, en toda la historia del Tour: Poblet (1955), Bahamontes (1959 y 1963), Errandonea (1967), San Miguel (1968) Ocaña (1971 y 1973) y Delga¿ (1987 y 1988). Dinamarca ofrece peor palmarés: Kim Andersen en 1983 y Jorgen Pedersen en 1986. El mérito de Rolf Sorensen ha sido pues, aunque fugaz, inmenso.

11 ¿Es Sorensen un desconocidoT', se interrogaban algunos especialistas. No debería serlo. El corredor del Ariostea tiene 26 años y es el actual líder de la Copa del Mundo. Posee, asimismo, un primer puesto en la Tirreno-Adriático (1987) y 15 victorias en etapas de diferentes pruebas. En 1991 ha ganado una etapa del Tour de Suiza, fue segundo de la Milán-San Remo, y tercero en el Tour de Flandres y en la Lieja-Bastogne-Lieja. Su progresión ha sido aceptable, y queda la duda de saber, tras su caída ayer, cómo habría reaccionado en las etapas venideras.

"Para mí no ha sido una sorpresa", comentó a EL PAIS, antes de la caída de su hijo, Jens Sorensen, el padre, ciclista retirado que disputó los Juegos Olímpicos de Roma como amateur en 1960 antes de convertirse en profesional por sólo cuatro años. "Conozco a mi hijo y sé de lo que es capaz. Nadie le da mucha vida como líder, pero Rolf es muy ambicioso y luchará por ello". Después de la caída, salió de la sala de Prensa silencioso, con la mirada perdida. Los médicos no le tranquilizaron. Confirmaron la fractura y recomendaron a su hijo que no tomase hoy la salida.

Un padre trabajador

Jens Sorensen, el padre, posee acreditación de invitado en el Tour, pero no ha parado de trabajar. Hasta ayer, era el contacto entre los periodistas daneses, a los que visitaba cada tarde en la sala de prensa. Hacía de conductor para ellos cuando la labor informativa era más abundante.

"Jens está muy decepcionado. Fue él quien movió a Rolf hacia el ciclismo. Él fue un buen corredor, pero tuvo que dejarlo contra su voluntad y ahora había proyectado todos sus deseos en su hijo. Cuando Rolf era un chaval, Jens se lo llevaba a París para disputar una carrera de cicloturistas que acababa en Copenhague. Era duro, pero ambos disfrutaban. Era el hombre más feliz del mundo", explicó un veterano periodista danés, de unos 120 kilos de peso.

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