Crítica:

La trampa de Venus

22.00 / Canal +Die venusfälle, 1988 (107 minutos). Director: Robert van Ackaren. Intérpretes: Myriem Roussel, Horst Günter Marx, Sonja Kireshberger, Rolf Zacher. Drama.De Robert van Ackeren probablemente se recordará La mujer flambeada, aquella película sobre una muchacha que encuentra la libertad y hasta su identidad por los caminos de la prostitución, y que supuso el descubrimiento de la muy atractiva Gudrun Landgrebe. La trampa de Venus tiene como centro motor a los hombres, concretamente uno de ellos, Max, de unos 30 años, y sobre sus fantasías sexuales. ...

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22.00 / Canal +Die venusfälle, 1988 (107 minutos). Director: Robert van Ackaren. Intérpretes: Myriem Roussel, Horst Günter Marx, Sonja Kireshberger, Rolf Zacher. Drama.De Robert van Ackeren probablemente se recordará La mujer flambeada, aquella película sobre una muchacha que encuentra la libertad y hasta su identidad por los caminos de la prostitución, y que supuso el descubrimiento de la muy atractiva Gudrun Landgrebe. La trampa de Venus tiene como centro motor a los hombres, concretamente uno de ellos, Max, de unos 30 años, y sobre sus fantasías sexuales. En efecto, pese a estar prometido con una belleza despampanante, Max busca, como la protagonista de La mujer flambeada, su libertad, introduciéndose en la noche de las calles de Berlín, buscando sus compañías, hasta dar con su mujer ideal. El tono con que Robert van Ackeren contempla esta historia de amor y sentimientos, de carne y espíritu, es propia del cineasta vanguardista o del diseñador de bares modernos. Montando el caballo del onirismo, La trampa de Venus se quiere como cine trascendente, pero acaba por serlo tanto como una pompa de jabón.

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