Tribuna:

Orden

La conversión de España en muro irífranqueable para latinoamericanos y africanos que busquen en Europa un lugar donde ganarse el sustento es parte de un reparto de papeles dentro del nuevo orden internacional. No es que todo el nuevo orden internacional sea esto, pero sí es una parte significativa de su cualidad. Que un orden sea nuevo no quiere decir que sea mejor, y el que se está prefabricando mantiene en lo sustancial las constantes de las relaciones de dependencia imperialista internacional sucesivamente estipuladas, corregidas y aumentadas desde el último cuarto del siglo XIX. Ya verán u...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La conversión de España en muro irífranqueable para latinoamericanos y africanos que busquen en Europa un lugar donde ganarse el sustento es parte de un reparto de papeles dentro del nuevo orden internacional. No es que todo el nuevo orden internacional sea esto, pero sí es una parte significativa de su cualidad. Que un orden sea nuevo no quiere decir que sea mejor, y el que se está prefabricando mantiene en lo sustancial las constantes de las relaciones de dependencia imperialista internacional sucesivamente estipuladas, corregidas y aumentadas desde el último cuarto del siglo XIX. Ya verán ustedes cómo el nuevo orden internacional perpetuará o acentuará las desigualdades del anterior, con la única variante de que varios cientos de miles de iraquíes (shiíes, kurdos o suníes, da lo mismo) ya no vivirán para verlo.La facilidad con que el imperio barre bajo sus alfombras (¿serán persas?) todos los irangates o irakgates que se tercien no es tan lacerante como la miserable y mediocre complicidad comparsa de Estados subalternos como el nuestro. Especialmente siniestra es la actuación de los aparatos informativos ideológicos del Norte, que han sustituido implacablemente cualquier tentación de mala conciencia por la instalación en la falsa conciencia. El Sur, que no se haga ilusiones. Será reactivado en la medida en que sea necesario como mercado y marginado si no puede comprar o llega tarde al reparto del trabajo intemacional.

De momento se producen kafkianas aplicaciones de la ley de extranjería: no se da permiso de residencia si el que lo pide no tiene trabajo, y no se le da trabajo si no posee permiso de residencia. Los desesperados de la Tierra saltarán por encima de las alambradas, y ya hemos empezado a cazarlos. Lo hubiera dicho Goethe: es preferible la injusticia internacional al desorden internacional.

Archivado En