GENTE

La guerra particular de la familia real británica

El Reino Unido está en guerra y palacio ordenó hace unos días que todos los miembros de la familia real cancelaran las actividades que pudieran considerarse inapropiadas con el ánimo sombrío que envuelve al país. Al tiempo, la oficina de prensa de Buckingham comenzó a destacar los cambios de planes de algunos de los miembros de la realeza, como la decisión de la princesa Margarita, la hermana de la soberana, de cancelar sus vacaciones en la antillana isla de Mustique, las visitas que la princesa Diana ha realizado a las esposas de los pilotos de las Fuerzas Aéreas británicas (RAF) desplazados ...

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El Reino Unido está en guerra y palacio ordenó hace unos días que todos los miembros de la familia real cancelaran las actividades que pudieran considerarse inapropiadas con el ánimo sombrío que envuelve al país. Al tiempo, la oficina de prensa de Buckingham comenzó a destacar los cambios de planes de algunos de los miembros de la realeza, como la decisión de la princesa Margarita, la hermana de la soberana, de cancelar sus vacaciones en la antillana isla de Mustique, las visitas que la princesa Diana ha realizado a las esposas de los pilotos de las Fuerzas Aéreas británicas (RAF) desplazados al Golfo o la suspensión del viaje oficial de los príncipes de Gales a India.El sobrio rigor oficial, sin embargo, no ha resistido ni los instintos de los menores de la familia ni el escrutinio de la prensa popular y llevó ayer a la publicación de un editorial en The Sunday Times que equivale a un tiro de aviso en la proa de la nave regia. No es la primera vez que el rotativo de Rupert Murdoch adopta una línca crífica con la monarquía, en la que un cierto tufillo republicano altema con el dulzón perfume de adalid de lo que más conviene a la realeza.

El periódico pasa revista a lo que han hecho o dejado de hacer en las últimas jornadas los miembros de la familia real y apunta a que "su inadecuada y a veces insultante respuesta a las necesidades del Golfo" está contribuyendo a socavar y acuestionar el papel de la monarquía, conclusión que no basa en datos, pero que extrapola de la tendencia en la sociedad británica a tratar los avatares de la familia real como un culebrón.

El buque real Britannia, oficialmente un barco hospital de la Royal Navy, se ha librado, como en las Malvinas, de prestar servicio en el frente. En aquella campaña el príncipe Andrés pilotó un helicóptero y ahora el dominical se lamenta de que en el Golfo no haya níngún miembro de la realeza haciendo los mismos sacrificios que las familias ordinarias del país, y no sólo eso, sino que príncipes, duques, duquesas y lores no refrenen su dolce farniente. A Andrés se le reprocha que pasara un par de días jugando al golf en España; al duque de Edimburgo y al príncipe de Gales,que sólo tomaran las armas para ir de caza, y a la duquesa de York, que no se privara de una buena juerga en un restaurante de Londres, todos ellos pecadores por acción. Por omisión cae el príncipe Eduardo, quien no ha ofrecido su compañía de teatro para entretener a las tropas. Y qué decir de lord Linley, el hijo de Margarita, quien sí se fue a Mustique y fue fotografiado junto a unos travestidos.

"La reina, por supuesto, se ha comportado impecablemente", dice el editorial, que ofrece un áureo consejo a la soberana: "Debería llamar a capítulo urgentemente a los miembros de la familia real". El periódico advierte que las frivolidades en, que se regodean algunos de los personajes regios no van a ser toleradas por las futuras generaciones de británicos y concluye que la esperanza de la monarquía descansa en los propósitos de enmienda de los viejos privilegios que ha apiuntado el príncipe Carlos, quien aparecia en otros dos periódicos serios como un hombre que cultiva discretos contactos con la clase política y como promotor internacional de la idea de potenciar las actividades sociales, culturales y medioambientales.

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