RALLY PARíS-DAKAR

Arcarons, abrumado por la responsabilidad

El motociclista Jorge Arcarons ha alcanzado, a sus 28 años, la popularidad gracias al rally París-Dakar, en el que debutó en 1988 después de haber sido tres veces campeón nacional. "Estoy bastante preocupado", confesó ayer, durante la jornada de descanso, "por el problema que se me ha planteado. Mi equipo, el Cagiva, quiere la victoria y yo soy el único que se la puede dar por la avería que ha sufrido en su máquina mi compañero, el italiano Orioli. Entre él y Neveu suman cinco triunfos en esta prueba. Pero ahora es el gregario fichado en 1990 el que puede sacarles las castañas del fuego. E...

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El motociclista Jorge Arcarons ha alcanzado, a sus 28 años, la popularidad gracias al rally París-Dakar, en el que debutó en 1988 después de haber sido tres veces campeón nacional. "Estoy bastante preocupado", confesó ayer, durante la jornada de descanso, "por el problema que se me ha planteado. Mi equipo, el Cagiva, quiere la victoria y yo soy el único que se la puede dar por la avería que ha sufrido en su máquina mi compañero, el italiano Orioli. Entre él y Neveu suman cinco triunfos en esta prueba. Pero ahora es el gregario fichado en 1990 el que puede sacarles las castañas del fuego. Eso, de alguna forma, me asusta un poco".

Sobre la pérdida momentánea de su liderato en beneficio del francés Peterhansel (Yamaha), Arcarons comentó: "Antes de llegar a Agadez, no me fié de mis propias posibilidades y opté por seguir a pilotos más expertos que yo, como Mas, Lalay y De Petri, aun cuando estaba convencido de que íbamos por el camino equivocado. Si hubiese confiado más en mí mismo, habría seguido en la cabeza de la clasificación general". Es posible, sí, que su carácter, tímido y reservado, sea su principal adversario con vistas al éxito.

El rally París-Dakar es una mezcla de aventura y competición. "La aventura", expuso Arcarons, "es constante. Los imprevistos llegan cada día, ya que nunca sabes lo que te vas a encontrar. Hay que solucionar los problemas sobre la marcha. Eso hace que la mentalidad de los que corremos aquí cambie frecuentemente. Para poder tomar decisiones adecuadas en los momentos críticos hay que tener la cabeza muy fría. La precipitación no sirve de nada".

"En 1988", recordó, Ilegué a Dakar, pero de milagro. Pasé los peores instantes de mi vida. Me jugué el pellejo inconscientemente en más de una ocasión. En una etapa que terminaba precisamente en Agadez me encontré en el suelo, sin saber dónde estaba, ni a dónde ir. Fue angustioso. Me calmé, arreglé la moto, subí a una montaña y ví el polvo de un camión. Eso me salvó".

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