Tribuna:

"De aquí"

"Yo tengo el carné desde hace 15 años y no como otros, que son socialistas de aquí", dijo Carlos Solchaga, ministro de Economía, poniéndose el dedo índice en la boquita pecadora.

La frase de Carlos Solchaga tiene su miga, porque socialistas "de aquí" florecen como hongos, sobre todo donde haya un duro que afanar o un cargo en perspectiva. Socialistas "de aquí" proliferan en la Administración, principalmente, y consiguen allí fulgurantes ascensos, sin otros títulos ni mayores méritos que ser socialistas "de aquí".

Muchos socialistas "de aquí", sólo por eso, han pasado delante ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Yo tengo el carné desde hace 15 años y no como otros, que son socialistas de aquí", dijo Carlos Solchaga, ministro de Economía, poniéndose el dedo índice en la boquita pecadora.

La frase de Carlos Solchaga tiene su miga, porque socialistas "de aquí" florecen como hongos, sobre todo donde haya un duro que afanar o un cargo en perspectiva. Socialistas "de aquí" proliferan en la Administración, principalmente, y consiguen allí fulgurantes ascensos, sin otros títulos ni mayores méritos que ser socialistas "de aquí".

Muchos socialistas "de aquí", sólo por eso, han pasado delante de probos funcionarios con más categoría profesional que ellos o quizá les han pegado una patada en los mismísimos, fabulando difamaciones abyectas, para hacerles caer en desgracia y quitarles el puesto.

Pero, a lo mejor, el día menos pensado, los probos funcionarios van y tiran de la manta y cuentan sabrosas historias. A lo mejor van y cuentan cómo determinados socialistas "de aquí" entraron en la Administración recomendados por jefes provinciales del Movimiento -y se dedicaban a denunciar a los funcionarios que contaban chistes sobre Franco- o de la manita de destacados miembros del Opus Dei -y se dedicaban a denunciar a los funcionarios que decían palabrotas-.

Algunos socialistas "de aquí" han experimentado curiosas transformaciones: primero exhibían en la solapa el yugo y las flechas; luego les asomaba, como quien no quiere la cosa, un ejemplar de Camino por debajo del chaleco, y ahora son socialistas de toda la vida. O sea que, al pronunciar la frase famosa poniéndose el dedo en la boquita pecadora, Carlos Solchaga lo ponía también en la llaga; y como los socialistas "de aquí" temieron que fuera a dar nombres, anduvieron unos cuantos días por seguidillas. Lo cual resultó divertidísimo, ésa es la verdad.

Archivado En