GENTE

María Nieves Tejada Mateu

barcelonesa de cuarenta y pocos anos, es la última española que ha sido repatriada de Irak junto al grupo de 283 rehenes franceses que llegaron en la madrugada de ayer al aeropuerto parisiense de Roissy. A Nieves Tejada la esperaba José María Robles Fraga, vicecónsul español en París. Nieves Tejada aterrizó en París muy cansada y aún más abatida. Ella se había negado a formar parte de las expediciones que en las semanas precedentes habían ido evacuando al grueso de los españoles presentes en Irak y Kuwait el pasado 2 de agosto. Como varias otras mujeres españolas casadas con iraquíes o ...

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barcelonesa de cuarenta y pocos anos, es la última española que ha sido repatriada de Irak junto al grupo de 283 rehenes franceses que llegaron en la madrugada de ayer al aeropuerto parisiense de Roissy. A Nieves Tejada la esperaba José María Robles Fraga, vicecónsul español en París. Nieves Tejada aterrizó en París muy cansada y aún más abatida. Ella se había negado a formar parte de las expediciones que en las semanas precedentes habían ido evacuando al grueso de los españoles presentes en Irak y Kuwait el pasado 2 de agosto. Como varias otras mujeres españolas casadas con iraquíes o kuwaitíes, Nieves Tejada se resistía a abandonar a su marido. Su marido es un ciudadano kuwaití cuyo nombre prefiere que se mantenga en el anonimato por razones de seguridad. Si Nieves Tejada tomó el avión de Iraqui Airways que en la tarde del lunes hizo el vuelo Kuwait-Bagdad-París con el cargamento de los rehenes franceses fue tan sólo porque su marido hacía dos días que había emprendido a aventura de abandonar clandestinamente el emirato ocupado por Sadam Husein en dirección a Arabia Saudí o Irán. La pareja se despidió con la esperanza de volver a encontrarse en Barcelona. Nieves Tejada pasó la noche del lunes al martes en un hotelito del barrio de Saint Germain-des-Prés y al mediodía de ayer llegó a Barcelona, donde burló a los medios de comunicación que la esperaban. Unas grandes gafas de sol no llegaban a ocultar la tensión de su rostro. Angustiada por la suerte de su marido, rehusó hacer comentarios.

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