Ballesteros, eliminado del Open Británico de golf tras la segunda jornada

Greg Norman y Nick Faldo protagonizan una pugna espectacular en el Open Británico de golf, cuyo liderato comparten con 132 golpes (menos 12) después de sus respectivos 66 y 65 de ayer. José María Olazábal, con 138 (71 y 67), trata de unirse a ellos desde la novena posición. En cambio, Severiano Ballesteros, con 145 (71 y 74), fue eliminado en el corte más bajo de la historia del torneo, ya que se requirieron 143 (menos 1) para clasificarse. No le había sucedido desde su debú en él, en 1975.

"Es triste, sí", confesó Ballesteros inmediatamente después de firmar su tarjeta de 74 (más dos),...

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Greg Norman y Nick Faldo protagonizan una pugna espectacular en el Open Británico de golf, cuyo liderato comparten con 132 golpes (menos 12) después de sus respectivos 66 y 65 de ayer. José María Olazábal, con 138 (71 y 67), trata de unirse a ellos desde la novena posición. En cambio, Severiano Ballesteros, con 145 (71 y 74), fue eliminado en el corte más bajo de la historia del torneo, ya que se requirieron 143 (menos 1) para clasificarse. No le había sucedido desde su debú en él, en 1975.

"Es triste, sí", confesó Ballesteros inmediatamente después de firmar su tarjeta de 74 (más dos), que en otras circunstancias no habría pasado de mediocre, pero que, con la rareza de tantas mejores, se tornó pésima. Sin embargo, el cántabro siguió sin querer reconocer problemas marginales a los de sus resultados en sí: "Cuando no vas holgado en el marcador, el más mínimo error puede ser decisivo". No quiso enjuiciar su juego. Ya adujo días atrás que su swing no precisa una corrección general, sino tan sólo la de algunos detalles. Pero es un hecho que sus drives se desvían más de lo que se desviaban y que sus pults no atinan tanto como atinaban. Por eso caminó ayer por el filo de la navaja. Por eso acabó cortándose."Se obsesiona demasiado. Eso nunca puede ser bueno", comentaba Faldo en una reciente entrevista concedida a EL PAÍS, refiriéndose a Ballesteros. Es una opinión con la que coinciden aficionados y profesionales que le conocen bien. Él es la ambición deportiva personificada. Le es imprescindible respirar el aire de la cumbre. Su autoexigencia es tal que a veces le traiciona. Se somete a tanta presión que en cualquier momento puede estallar. En Saint Andrews, el escenario de su triunfo en el Open de 1984, la tensión le desbordó en cuanto se vio inmerso en una contrariedad grave.

Como dijo Tom Watson, una de las claves de aquel éxito de Ballesteros fue su habilidad para eludir las múltiples trampas de arena. Esta vez, cuando había emprendido la andadura de buen humor y festejando que el viento se hubiera levantado al fin y echado a volar la gorra de un espectador, no fue capaz de evitar una del hoyo 14 y se descontroló. Hasta entonces llevaba dos birdies por un bogey. Pero en él tropezó en un doble bogey fatal al sacar la pelota a duras penas del bunker, enviarla luego al antegreen y, por último, no embocarla desde poco más de un metro. A la desesperada, visitó otro en el 15 y en el 17 saludó de mala gana a la carretera, por lo que agregó otros dos bogeys a su colección. Su birdie en el 18 fue baldío. Ya sólo podía morderse los labios como el mismísimo Mark Calcavecchia, el ganador en Troori en 1989 y también eliminado ahora.

"Muy impaciente"

"¿Que si estoy impaciente? Muy impaciente". Olazábal se echó a reír. Un periodista le había preguntado acerca de su calificación, a sus 24 años, como el mejor golfista joven del mando y su ansiedad por la primera victoria en el Grand Slam. "En fin", matizó, "tengo tiempo. De momento, aún restan dos jornadas". El vasco se sentía satisfecho hasta de sus putts: "Es que los de la primera fueron horribles". Ya no se acordaba de cuando en la salida del 6 se desahogó contándole a su ayudante, con los dedos de la mano, insuficientes, sus bazas de birdie perdidas. Su mayor efectividad se derivó de las aproximaciones. Las afinó. Treinta centímetros más cerca o más lejos pueden ser cruciales, y para él lo fueron. Sus birdies en el 3, el 6, el 10 y el 16 fueron rubricados por el del 18, un impulso psicológico.Pero Norman y Faldo están dispuestos a que los cálculos de los demás sean vanos. Ellos van a lo suyo en un codo a codo intenso, poderoso.

Greg Norman hizo de nuevo un 66 gracias a seis birdies por dos bogeys y la guinda de un eagle en el 14, un par 5 en el que su tercer tiro llevó la bola a aterrizar dos palmos más allá de la bandera, para introducirse en el objetivo a toda velocidad, con un gran efecto de retroceso y la no menos considerable dosis de fortuna que suele acompañar a los enrachados. Éste, 65, con siete birdies y una pasmosa sensación de seguridad con el putter.

Clasificación: 1º Greg Norman (Australia; 66 y 66) y Nick Faldo (Inglaterra; 67 y 65), 132; 3º Stewart (EE UU; 68 y 68) y Parry (Australia; 68 y 68), 136; 5º Ian Woosnam (Gales; 68 y 69), Price (Zimbabue; 70 y 67), Reid (EE.UU; 70 y 67) y Spence (Inglaterra; 72 y 65), 137; 9º José María Olazábal, 138 (71 y 67); 23º José Rivero, 140 (70 y 70); 46º José María Cañizares, 142 (72 y 70). Eliminados: Quirós y Kite (EE UU), 144; Severiano Ballesteros, Curtis Strange (EE UU), Wadkins (EE UU) y. Watson (EE UU), 145; Martín y Calcavecehia (EE UU), 146; Gervás, 147, y Dávila, 149.

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