GOLF / OPEN BRITÁNICO

Buen comienzo de Norman y Faldo en Saint Andrews

El australiano Greg Norman y el estadounidense Michael Allen, con 66 golpes (menos 6) , son los líderes del Open Británico de golf. Les sigue el inglés Nick Faldo, con 67. El buen tiempo y la ausencia de viento durante casi toda la jornada desvirtuaron la dureza del viejo campo escocés de Saint Andrews. Así, 50 de los 156 participantes pudieron concluir por debajo del par. Entre ellos, José Rivero, muy seguro, con 70, y Severiano Ballesteros, cuyo único fallo fue un doble bogey en el temible hoyo 17, y José María Olazábal, quejoso de sus putts, con 71.

Norman insiste. En 1984 también se...

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El australiano Greg Norman y el estadounidense Michael Allen, con 66 golpes (menos 6) , son los líderes del Open Británico de golf. Les sigue el inglés Nick Faldo, con 67. El buen tiempo y la ausencia de viento durante casi toda la jornada desvirtuaron la dureza del viejo campo escocés de Saint Andrews. Así, 50 de los 156 participantes pudieron concluir por debajo del par. Entre ellos, José Rivero, muy seguro, con 70, y Severiano Ballesteros, cuyo único fallo fue un doble bogey en el temible hoyo 17, y José María Olazábal, quejoso de sus putts, con 71.

Norman insiste. En 1984 también se situó al frente en el recorrido inicial. Pero entonces cedió enseguida y Ballesteros fue el que se impuso. En esta ocasión espera que no suceda lo mismo. No es de extrañar que, relajado, respondiera con un saludo y una sonrisa a la BBC cuando le sorprendió en la terraza de su habitación en el hotel del club mientras observaba a sus colegas en el contiguo hoyo 17. De inmediato, eso sí, se escondió para leer un periódico de espaldas al ruido golfístico. El ya había retumbado antes con sus seis birdies.Un matiz diferenciador con referencia a lo ocurrido seis años atrás es que Norman no ha asumido el liderato en solitario. Allen, con siete birdies y un bogey, se ha emparejado con él. Pero no parece que el número uno mundial por puntos recele demasiado de alguien cuyo palmarés no puede presumir más que del Open de Escocia de 1989. Innegablemente, Faldo le inspira más temor. Por añadidura, éste recibió un estimulante espaldarazo del azar en el último momento. Había llegado al 18 con un -3 después de cuatro birdies por un bogey. Pero salió de él con un -5 al encontrarse con que su pretendido lanzamiento de aproximación a la bandera, desde unos 40 metros, encajó directamente la pelota entre su asta y el borde del agujero, lo que es válido. Su satisfacción no era para menos.

En cambio, Rivero y Olazábal culminaron su andadura mucho más serios. La verdad es que el madrileño no tenía demasiados motivos para lamentarse, aunque cualquier resultado es mejorable. Desde su triunfo en el Open de Montecarlo de 1988 ha atravesado una época tan gris que estos instantes deberían antojársele rosas. En el fondo, con dos birdies, su regularidad fue absoluta. Desde su perspectiva más ambiciosa, el vasco sí tenía una causa concreta a la que aludir con rabia. El putter le había sido esquivo. De diez bolas colocadas a menos de tres metros del objetivo sólo supo aprovechar dos. Un porcentaje muy pobre para sus aspiraciones y que le hizo reducir a tres sus birdies y aumentar a dos sus bogeys.

Un doble 'bogey'

Ballesteros, sin embargo, no se sentía disgustado pese a su desventaja. Identificado con el escenario, afirma que sabe "manejarlo". Ayer jugó con confianza. Ni siquiera su doble bogey le hizo renegar del hoyo 17. Al fin y al cabo, le trae un buen recuerdo, el de su éxito en 1984. "En realidad", razonó, "tendría que haber acabado con 69, pero..." Su fatalidad quizá tuviera algo que ver con el riesgo asumido de forma voluntaria. Su drive, por encima del hotel, dejó la pelota rozando un matojo de hierba alta. Habría podido tomar luego precauciones, pero buscó con fe el birdie y, al querer imprimir la máxima potencia al impacto, la cara del palo se le torció y aquélla voló poco y desviada. Después, forzado, se pasó tanto de la bandera que no atinó a introducirla. A un metro escaso, el bogey era el deseable mal menor. Pero se le escapó.El birdie que no se le esfumó al cántabro fue el del 18, en el que atinó desde unos cuatro metros. Era una compensación que añadir a las obtenidas en el 5 y el 7 con otros birdies. En el primero de ellos evidenció que su atrevimiento era mayor que el de sus acompañantes, el estadounidense Tom Watson y el zimbabuense Nick Price. Estos prefirieron quedarse cortos con sus segundos tiros por la amenaza de dos trampas de arena, pero él las rebasó con creces para propiciar su acierto posterior. Su deseo íntimo debe de ser ahora que los partes meteorológicos empeoren.

Clasificación: 1º. Norman (Australia) y Allen (EE UU), 66 golpes; . Faldo (Inglaterra), 67; . Woosnam (Gales), Torrance (Escocia), O'Connor (Irlanda), Poxon (Inglaterra), Stewart y Jacobsen (EE UU), Baker-Finch y Parry (Australia), 68; 12º. Treviño y McCumber (EE UU) y Romero (Argentina), 69; 17º. Rivero, 70; 31º. Ballesteros y Olazábal, 71. Otros: Cañizares, 72; Quirós, 73; Martín y Dávila, 74, y Gervás, 78.

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