Tribuna:

Un misterio rumano

Entre las dudas que suscita en el mundo este documental, la que se podía plantear anoche no era la de si había un vídeo casero en la sala del absurdo juicio, sino si toda esa mascarada estaba organizada para el vídeo del posible aficionado organizada por él, con la esperanza de que representara en algún momento una legalidad y un documento para el futuro. El vídeo siguió grabando, llegó a la escena terrible de las manos atadas y de la última dignidad de los que iban a morir, y a la descarga dudosa envolviendo en humo la rotura de los cuerpos. Puede que las dudas de los expertos sean ciertas: e...

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Entre las dudas que suscita en el mundo este documental, la que se podía plantear anoche no era la de si había un vídeo casero en la sala del absurdo juicio, sino si toda esa mascarada estaba organizada para el vídeo del posible aficionado organizada por él, con la esperanza de que representara en algún momento una legalidad y un documento para el futuro. El vídeo siguió grabando, llegó a la escena terrible de las manos atadas y de la última dignidad de los que iban a morir, y a la descarga dudosa envolviendo en humo la rotura de los cuerpos. Puede que las dudas de los expertos sean ciertas: es igual. Lo que se ve sin duda es a un hombre y a una mujer a quienes se plantea un juicio improvisado e instantáneo, que son insultados y acallados en él, sin ningún cuerpo jurídico real, cuyos derechos no respeta lo que debía ser un régimen liberador naciente, sea cual sea su delito. Es decir, esta representación de una condena a muerte y una ejecución resulta un alegato más contra la pena de muerte, esté donde esté y contra quien esté, en cualquier lugar del mundo. Incluso cuando responde a una legalidad vigente. Es un espectáculo abominable.Televisión Española contribuyó, por mal hacer, a la confusión del documento. La traducción era mala, por voces y personas inadecuadas: quizá en los días que ha tenido en su poder el documento misterioso no ha encontrado buenos traductores de rumano y no ha tenido los recursos que ha empleado la televisión francesa: los subtítulos, que permitían oír las patéticas diatribas y las torpes defensas de los que iban a morir. La aparición en medio de las imágenes de los rostros nimbados de los periodistas que las comentaban dirigían la atención del espectador hacia sus propios fines, probablemente acertados, pero éticamente mal injertados, sin que esto ataña a la calidad y al conocimiento de estos periodistas, ni siquiera a la sensatez de sus juicios, sino a la atrocidad de la manipulación de documento y espectador. El dudoso vídeo llegó tarde: en el informativo de las nueve: de la noche, Telemadrid ya había dado las imágenes más dramáticas.

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