Crítica:

'La carrera del siglo'

21.15, TVE-1 (140 minutos)De Operación Pacífico a Una cana al aire -por poner un principio reconocible y un actual punto y aparte-, la carrera de Blake Edwards cuenta treinta y tantos años de encomiable fecundidad -pese a ciertas horas bajas- y continuidad a prueba de bomba. De tener que marcar una cúspide, ésta abarcaría la primera mitad de los años sesenta, donde Edwards da lo mejor de sí en la comedia sofisticada (Desayuno con diamantes, todo un objeto sentimental), en la comedia dislocada (La pantera rosa y El nuevo caso del inspector Clouseau, los dos primeros ...

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21.15, TVE-1 (140 minutos)De Operación Pacífico a Una cana al aire -por poner un principio reconocible y un actual punto y aparte-, la carrera de Blake Edwards cuenta treinta y tantos años de encomiable fecundidad -pese a ciertas horas bajas- y continuidad a prueba de bomba. De tener que marcar una cúspide, ésta abarcaría la primera mitad de los años sesenta, donde Edwards da lo mejor de sí en la comedia sofisticada (Desayuno con diamantes, todo un objeto sentimental), en la comedia dislocada (La pantera rosa y El nuevo caso del inspector Clouseau, los dos primeros embites de su sellersiana piedra filosofal), en el drama (Dias de vino y rosas) y hasta en algo tan alejado de sus parámetros como el filme de suspense (la excelente Chantaje contra una mujer).

En 1965 puede Edwards permitirse el lujo de rodar un homenaje a Laurel y Hardy: La carrera del siglo, o la epifanía del gag, en el más puro estilo combinatorio de slapstik y cartoon. Monumentales caídas, golpes, batacazos y destrozos protagonizados por un Tony Curtis autoparodiando su guapura, Natalie Wood y un Jack Lemmon menos parecido a Jack Lemmon que a Terry-Thomas (con un brillante desdoblamiento en intermedio-parodia de El prisionero de Zenda).

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