Crítica:CINE EN TELEMADRID

Un amor imposible

Butaca de patio, programa dedicado al cine que dirige Pablo Lizcano, ha seleccionado acertadamente El nido, de Jaime de Armiñán, como primera película española y segunda del programa. El espacio, que promete ser una tertulia divertida y de tono popular como complemento a la película, resultará posiblemente más animado cuando se trate de filmes españoles (sobre todo si se cuenta con la asistencia de protagonistas) que cuando se proyecten películas extranjeras, más propensas al análisis distante de unos contertulios ajenos.No obstante, El nido se presta a este tipo de an...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Butaca de patio, programa dedicado al cine que dirige Pablo Lizcano, ha seleccionado acertadamente El nido, de Jaime de Armiñán, como primera película española y segunda del programa. El espacio, que promete ser una tertulia divertida y de tono popular como complemento a la película, resultará posiblemente más animado cuando se trate de filmes españoles (sobre todo si se cuenta con la asistencia de protagonistas) que cuando se proyecten películas extranjeras, más propensas al análisis distante de unos contertulios ajenos.No obstante, El nido se presta a este tipo de análisis, y así fue recibida por la crítica en su momento. Armiñán siempre se ha esforzado por tratar de meter en cada una de sus películas una parte de los problemas generales del español y demostrar que el origen de éstos reside en la intolerancia de la sociedad española. Su itinerario fílmico ha optado siempre por el costumbrismo, en ocasiones teñido de comedieta, narrando aventuras seudoeróticas y sentimentales de personajes marginados no por ideología, sino por una problemática personal.

El nido, aunque alejado de la comedia, sigue ese mismo itinerario, si bien resalta ciertos conatos político-sociales que se apuntaban tímidamente en El amor del capitán Brando.

Con planteamientos más ambiciosos, en la medida que se lo permitía la apertura democrática, Armiñán escribió y dirigió este argumento tratando de meter en un pueblo de Castilla los vibrantes anhelos de amor que renacen a la vejez, la hipocresía social, los consejos de la religión y la represión del poder en una hermosa y lograda película.

No obstante, lejos de abarcar una temática tan amplia, acaba siendo la historia de una pasión que se apodera del personaje hasta la inmolación. Son la cobardía y la vejez las que imposibilitan una historia de amor.

La película, que entusiasmó en su día al espectador que la vio con los ojos de plato del posfranquismo, puede resultar ahora distante y fría, como una lejana alegoría. Sin embargo, cuenta con la excelente interpretación de Héctor Alterio y Luis Pilit, que resuelven magníficamente un guión cargado de diálogos.

Por otra parte, supone el reencuentro con el cine de Ana Torrent, que presta los ojos más famosos del cine español a la intrépida Goyita. ¡Lástima que tenga que ponerse zapatos de tacón para aparentar más de 13 años!

Archivado En