Crítica:

Explosiva pareja

Como se sabe, el mayor atractivo de El príncipe y la corista es la unión feliz y explosiva del gran actor recientemente fallecido Laurence Olivier y de la inigualable Marylin Monroe al frente del reparto. La película se basa en la pieza teatral de Terence Rattigan El príncipe durmiente, una versión vuelta del revés y más mordiente de La bella durmiente; narra la relación que se establece en Londres entre un príncipe tristón y solitario y una bella, espontánea actriz -o corista- norteamericana caída en la ciudad por motivos laborales.La película, dirigida por el propio Oliv...

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Como se sabe, el mayor atractivo de El príncipe y la corista es la unión feliz y explosiva del gran actor recientemente fallecido Laurence Olivier y de la inigualable Marylin Monroe al frente del reparto. La película se basa en la pieza teatral de Terence Rattigan El príncipe durmiente, una versión vuelta del revés y más mordiente de La bella durmiente; narra la relación que se establece en Londres entre un príncipe tristón y solitario y una bella, espontánea actriz -o corista- norteamericana caída en la ciudad por motivos laborales.La película, dirigida por el propio Olivier -en ese sentido, uno de sus trabajos menos notables, muy por debajo de Hamlet, Ricardo III o del espléndido Enrique V-, no oculta su raíz teatral en ningún momento, se acerca peligrosamente a sensaciones de claustrofobia en el espectador y falla en algo tan esencial en la comedia como es el ritmo.

Astucia

Sin embargo, ya lo hemos dicho, el mayor atractivo es el dúo protagonista. Laurence Olívier está a, la altura requerida, es brillante, es astuto. Hace gala de su célebre instinto de actor: con sólo levantar un brazo, arquear unas cejas o provocar una caída de ojos suave, sabe que es capaz de comerse un escenario o una pantalla.

No tanto aquí, sin embargo, pues alguien que durante años fue tachada de mero arquetipo erótico, de símbolo generacional por casualidades extracinematográficas, cuando no insultada de ordinarlez y falta de talento, demuestra poder merendarse a todo un Monstruo Sagrado de la escena a la primera de cambio, imponiendo únicamente -¡únicamente!, ¡como si eso fuera poco!-ternura, un soplo de desarnparo, una brizna de verdadera humanidad.

A su esplendor en esta película -que sin ella sería una comedieta perfectamente olvidable- contribuye igualmente la encendida fotografía de Jack Cardiff.

Remata la noche El segundo poder, una seria y ambiciosa película de José María Forqué que pretende -con resultados no despreciables aunque -sí insuficientesuna reflexión sobre el papel de la Inquisición en nuestra historia.

El príncipe y la corista se emite a las 22.40 por TVE-2, y El segundo poder, a las dos de la madrugada por TVE-1.

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