GENTE

Lorenzo Quinn

El benjamín de una familia de románticos

Dalí es la primera película en la que no interviene junto a su padre, Anthony Quinn. El benja mín de la familia ha seguido el ejemplo que también iniciaron tres de sus ocho hermanos. A sus 23 años ha intervenido en dos películas y una serie de televisión. En Stradivari, Lorenzo Quinn es el constructor de violi nes cuando joven. Su padre interpreta a Stradivari ya mayor. En Onassis era el nieto de su padre. "Quiero dejar por ahora de hacer películas con mi padre". "Es importante que para Dalí me hayan llamado por mí" afirma. "Ser el hijo de Anthony Quinn sirve al pri...

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Dalí es la primera película en la que no interviene junto a su padre, Anthony Quinn. El benja mín de la familia ha seguido el ejemplo que también iniciaron tres de sus ocho hermanos. A sus 23 años ha intervenido en dos películas y una serie de televisión. En Stradivari, Lorenzo Quinn es el constructor de violi nes cuando joven. Su padre interpreta a Stradivari ya mayor. En Onassis era el nieto de su padre. "Quiero dejar por ahora de hacer películas con mi padre". "Es importante que para Dalí me hayan llamado por mí" afirma. "Ser el hijo de Anthony Quinn sirve al principio, pero después es un problerna".Lorenzo Quinn está eufórico con todo lo que haga referencia a su papel de Dalí en la película dirigida por Antoni Ribas y cuyo rodaje se ultima ahora en Cataluña. "Es mi artista favorito. Soy muy afortunado, porque me llamaron 15 días antes de empezar el rodaje en Bulgaria. Por suerte, conocía muy bien a Dalí porque yo también soy pintor surrealista. He hecho ya tres exposiciones", comenta, orgulloso de su hobby.

Con todo, no puede negar su ascendencia. Criado entre Roma, y Estados Unidos, en donde estudió arte dramático, su mezcla aparece sin pudor en sus rasgos. Parece, eso sí, salido de otro siglo. No fuma, no bebe alcohol, es supersticioso, jamás ha probado las drogas y se confiesa absolutamente fiel a su bella mujer italiana. No tiene hijos, pero quiere "cinco o diez" cuando su economía lo resista. "Soy un romántico perdido. Ahora la gente no quiere la família; a mí me gusta", dice.

Sería un Otelo sublime, porque comparte la enfermedad de los celos. "Los dos somos muy celosos", afirma. "Por fortuna, a mí no me gusta hacer papeles en los que haya escenas de amor escabrosas". Tradicional y latino, se alegra de que su mujer no trabaje: "No, no. Es mi esposa, ya es un trabajo bastante fuerte. Seguirme por todo el mundo es dificilísimo. Lo más importante es tener la familia junta". Ella le mira enamorada y asiente con un brillo de duda en los ojos.

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