El Atlético se acerca a Europa

, El Atlético aseguró ayer practicamente su actuación europea para el año que viene, al menos en la Copa de la UEFA. Lo hizo a costa del Valladolid, en tarde inglesa de fútbol -era un sábado tibiamente soleado-, con más goles de cabeza de la cuenta y aprovechando una mayor punta de velocidad. El Valladolid se colocó en el campo con hasta cinco defensas, pero la envergadura de su defensa le convirtió en fácil pasto del Atlético al menos durante la primera parte. Y ello fue producto de una presunta ventaja que se convirtió en desventaja: los defensas vallisoletanos eran descaradamente más altos ...

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, El Atlético aseguró ayer practicamente su actuación europea para el año que viene, al menos en la Copa de la UEFA. Lo hizo a costa del Valladolid, en tarde inglesa de fútbol -era un sábado tibiamente soleado-, con más goles de cabeza de la cuenta y aprovechando una mayor punta de velocidad. El Valladolid se colocó en el campo con hasta cinco defensas, pero la envergadura de su defensa le convirtió en fácil pasto del Atlético al menos durante la primera parte. Y ello fue producto de una presunta ventaja que se convirtió en desventaja: los defensas vallisoletanos eran descaradamente más altos que sus rivales, pero también menos flexibles, e incluso más lentos; un par de acciones en corto bastaba para descomponerles.

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El partido de ayer sirvió para demostrar, una vez más, que la presencia física es condición muy relativa en el fútbol. El Valladolid tenía una contextura fisica general superior, que resaltaba frente a un equipo homogéneamente bajo y un pelín rechoncho como es el Atlético, en el que todos sus centrocampistas, incluída la novedad ayer del ex getafense Alfredo, parecen cortados -nunca mejor dicho ésto- por el mismo patrón. Los defensas vallisoletanos, por ejemplo, eran no sólo más numerosos sino descaradamente más altos. Pero de nada sirve si el rival, aparte de bajo, juega por bajo. Y menos aún si encima es rápido.

Así fue cómo los cinco defensas del Valladolid, con tendencia a defender en zona, no pudieron evitar mostrar fragilidad cuando tanto Manolo como Futre intentaran triangular el juego o, simplemente, caracolear. La solución a tan interesante caso, sin embargo, llegó de forma inesperada: un intento de rechace de Albesa se convirtió en un remate inapelable y un chutazo de Orejuela poco después en un bonito gol que de cantaba el resultado. Así que amparado en tan cómoda ventaja, el Atlético comenzó a ses tear, propiciando que el Valladolid incorporara defensas a su centro de campo y ejerciera un tímido dominio, del que obtuvo el fruto de un gol, eso sí, por alto. La situación no varió des pués, aunque el Valladolid in tentara presionar algo más en su ataque, porque siempre daba la sensación de que el Atlético podía echar mano de su velocidad en cualquier momento para llegar con cierta claridad al área. Curiosamente, el partido trató de recuperar el debate, es decir la lucha de altos y bajos, y dio como resultado que llegaron hasta tres goles de cabeza. Pero era tarde: el Valladolid nunca supo llevar la cuestión a su terreno.

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