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Dustin Hoffman

La vuelta al teatro en el papel de Shylock

, Dustin Hoffman, actor judío cincuentón, perfecccionista patológico y profesional del riesgo, se convirtió anoche sobre las tablas teatrales de Londres en el presta mista judío Shylock de El mercader de Venecia, el drama concebido por Shakespeare para diseccionar la avaricia. El norteamericano, que hace dos meses ganara su segundo oscar por El hombre de la lluvia, hizo ayer realidad una de sus más caras ambiciones: interpertar a Shakespeare de la mano de Peter Hall.

La carrera cinematográfica del escueto Hoffman está llena de altibajos, al contrario que su corta e...

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, Dustin Hoffman, actor judío cincuentón, perfecccionista patológico y profesional del riesgo, se convirtió anoche sobre las tablas teatrales de Londres en el presta mista judío Shylock de El mercader de Venecia, el drama concebido por Shakespeare para diseccionar la avaricia. El norteamericano, que hace dos meses ganara su segundo oscar por El hombre de la lluvia, hizo ayer realidad una de sus más caras ambiciones: interpertar a Shakespeare de la mano de Peter Hall.

La carrera cinematográfica del escueto Hoffman está llena de altibajos, al contrario que su corta experiencia teatral, teñida por la expectación de ver sobre el escenario a una estrella de la pantalla. En Londres hay muy pocas entradas disponibles para algunas de las jornadas de los tres meses que Hoffman va a estar encaramándose a las tablas a dar vida a un Shylock que no era el papel que él tenía en la cabeza cuando el año pasado habló con Hall para abordar por primera vez a Shakespeare.

Hoffman quería ser Hamlet, pero a sus 52 años estaba pasado de edad, y Hall le convenció de que Shylock era más apropiado. En Londres ha ultimado durante semanas el papel que ya traía aprendido de Los Angeles, sin hacer declaraciones a la Prensa y dejando los ensayos sólo para sumarse simbólicamente a quienes luchan por el salvamento de las ruinas de The Rose, el único teatro que ha aparecido de los que pisara el padre de la dramaturgia moderna.

En ocasiones como ésa ha mostrado su cada vez más desarrollada vertiente afable, que hace años era imposible asociar con él. Hoffman confiesa hallarse muy nervioso ante el reto que se ha planteado y teme que la crítica lo despedace. De ser así, el conocido monólogo en prosa que Shylock pronuncia en el tercer acto adquiriría un nuevo sentido: "Soy judío... ¿No tiene ojos un judío? ( ... ) ¿No sangramos si se nos pincha? ¿No reímos si se nos hace cosquillas? ¿No morimos si se nos envenena? Y si se nos hace daño, ¿no debemos vengarnos?".

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