Tribuna:

1 de Mayo

Los profetas de la necesaria e irremediable unidad de la izquierda verán en este Primero de Mayo sindical unitario el ensayo general de la construcción de una nueva razón estratégica de los trabajadores. Los que quieren relegar los movimientos sociales a la condición de Coros y Danzas de la Democracia o cualquier otra curiosidad antropológica y arqueológica de la Primera Revolución Industrial, contemplan este Primero de Mayo con indignación o con desdén. Estaba escrito que en el año 2000 ni el 14 de diciembre de 1988 ni el Primero de Mayo de 1989 tendrían sentido y, en cambio, a 11 años vista,...

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Los profetas de la necesaria e irremediable unidad de la izquierda verán en este Primero de Mayo sindical unitario el ensayo general de la construcción de una nueva razón estratégica de los trabajadores. Los que quieren relegar los movimientos sociales a la condición de Coros y Danzas de la Democracia o cualquier otra curiosidad antropológica y arqueológica de la Primera Revolución Industrial, contemplan este Primero de Mayo con indignación o con desdén. Estaba escrito que en el año 2000 ni el 14 de diciembre de 1988 ni el Primero de Mayo de 1989 tendrían sentido y, en cambio, a 11 años vista, los programadores del tercer milenio andan con los balances y los cables cruzados.¿Qué hacer? O cambiar el programa 2000 o aplazar el año 2000. Sospecho que será mucho más fácil aplazar el año 2000 que cambiar el programa 2000. Bastará llegar a un consenso del actual Parlamento para prolongar el siglo XX hasta que merezca dejar de serlo, es decir, hasta que las empecinadas huestes críticas se avengan a entrar de una puñetera vez en las posmodernidades. Bastaría con aplazar el calendario, acuerdo al que tal vez se presten todos los empeñados en que el 14 de diciembre fue un accidente meteorológico y no una advertencia de la muerte de la modernización carente de proyecto social.

Por otra parte, bueno sería que las fuerzas sindicales aprovecharan tan feliz encuentro para recuperar el sentido del 14 de diciembre. Hay un cierto desconcierto sobre sus posibilidades de futuro, y hasta el señor Marcelino Ore a ha tratado de apoderarse de aquel sentido, como si se tratara de El halcón maltés. Han salido al ruedo toda clase de capotes para atontar al toro, mientras los picadores le sacan punta a la pica electrónica y los banderilleros convierten su suerte en una lluvia dorada en el sentido estricto que tiene en el mercado de la economía sumergida del relax. Atontados, picados y meados, los sindicalistas españolas vivirán un Primero de Mayo agridulce e inquieto como todo ensayo general de futuro. Pero es mucho mejor ensayar el futuro que fingir el pasado.

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