Antonio Menchaca

El último militar rehabilitado

El escritor Antonio Menchaca, bilbaíno, de 67 años, supo en 1970 que un tribunal militar había dictado su baja forzosa en la Marina por "mala conducta política" sin enviarle ni siquiera una comunicación personal. A lo largo de los 10 últimos años ha intentado por todas las vías jurídicas y políticas recuperar el rango militar perdido, hasta que el pasado mes de febrero el Ministerio de Defensa le anunció su rehabilitación, con ascenso al empleo de capitán de corbeta. Menchaca reconoce que el largo proceso ha estado plagado de desilusiones, pero el desenlace le ha recompensado.

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El escritor Antonio Menchaca, bilbaíno, de 67 años, supo en 1970 que un tribunal militar había dictado su baja forzosa en la Marina por "mala conducta política" sin enviarle ni siquiera una comunicación personal. A lo largo de los 10 últimos años ha intentado por todas las vías jurídicas y políticas recuperar el rango militar perdido, hasta que el pasado mes de febrero el Ministerio de Defensa le anunció su rehabilitación, con ascenso al empleo de capitán de corbeta. Menchaca reconoce que el largo proceso ha estado plagado de desilusiones, pero el desenlace le ha recompensado.

Antonio Menchaca ingresó en la Escuela Naval a los 18 años. Allí, y posteriormente en los barcos de guerra, conoció la disciplina. militar y el constraste con la plácida vida que como hijo de navieros había disfrutado. La responsabilidad de dirigir los negocios familiares y su posición crítica ante el franquismo propiciaron que Menchaca pidieril. el paso a la escala de complemento. "A raíz de mi rechazo a la imposición del voto afirmativo en el referéndum de 1948 comenzó mi fama de disidente político. Después vinieron varios expedientes a causa de mis escritos y manifestaciones públicas", recuerda, "que acabaron con la baja forzosa".Los contactos con el mundo de los negocios navieros y el estudio del inglés llevaron a Menchaca en la posguerra española a Gran Bretaña, donde vivió dos años y tomó contacto con "el gran maestro Salvador de Madariaga". "Tengo una enorme delada de gratitud con el país que me hizo adquirir el amor por la libertad y me demostró", afirma, "que es tan necesaria como el aire que se respira".

En la década de los cincuenta, Menchaca se sumó a los grupos que desde el bando triunfador en la guerra civil intentaban superar la división entre vencedores y vencidos. "Intentábamos configurar un futuro político basado en la reconciliación de los españoles". En 1960 fue detenido, acusado de traición e internado durante seis meses en la cárcel, donde convivió con Enrique Tierno, Raúl Morodo y Dionisio Ridruejo. La experiencia de la prisión fue recogida por Menchaca en la novela Bandera negra, uno de los 10 libros que ha publicado, que le costó la apertura de un expediente militar. "La obra es una denuncia del régimen carcelario", indica el autor. "Pone de manifiesto las diferencias entre la vida terrible de los presos y el Planteamiento teórico de la pena impuesta".

El paso por la prisión, donde fue testigo de una ejecución, convirtió a Menchaca en un fir me partidario de la abolición de la pena de muerte y le impulsó a estudiar la carrera de Derecho. "En nombre de la ley no se pue de acabar con la vida humana", dice. Dentro de unos meses coincidirán en el mercado la cuarta edición de su novela Las cenizas del esplendor con la nue va obra, Amores siempre asedia dos, que recoge varios cuentos.

Menchaca se considera "un liberal progresista, profundamente vasco y europeísta". Hace unas semanas dejó la presidencia de la sociedad El Sitio, una entidad cultural fundada en el siglo XIX por los liberales bilbaínos, después de cuatro años de gestión. Desde esa tribuna, Menchaca ha defendido la función pacificadora de la cultura. "El Sitio ha intentado participar en la reconciliación de los distintos grupos sociales. Hemos defendido una cultura comprometida con los problemas del entorno y que ponga énfasis en el logro de la paz".

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