René Zamudio

El encuentro de un mexicano con Romero de Torres

Reconoce que su tozudez y su ambición han sido las causas de su triunfo. Nacido en una frontera, Tijuana (México), se ha sentido siempre extranjero, y sólo tras su llegada a España, hace dos años, dice estar felizmente relajado. René Zamudio, de 30 años, ha conseguido con sólo dos colecciones de moda presentadas en nuestro país ser designado para los premios nacionales Balenciaga en el apartado de creadores noveles. Quizá ha sido su descubrimiento y el traslado a la moda del mundo de las pinturas de Julio Romero de Torres lo que le ha deparado mayor éxito. Un cliché nacionalista, que luego enc...

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Reconoce que su tozudez y su ambición han sido las causas de su triunfo. Nacido en una frontera, Tijuana (México), se ha sentido siempre extranjero, y sólo tras su llegada a España, hace dos años, dice estar felizmente relajado. René Zamudio, de 30 años, ha conseguido con sólo dos colecciones de moda presentadas en nuestro país ser designado para los premios nacionales Balenciaga en el apartado de creadores noveles. Quizá ha sido su descubrimiento y el traslado a la moda del mundo de las pinturas de Julio Romero de Torres lo que le ha deparado mayor éxito. Un cliché nacionalista, que luego encontró plasmado en los billetes y en los calendarios de las fruterías.

No ha tenido facilidades familiares, y confiesa que no lo ha pasado bien. "Siempre me he sentido extranjero", dice René, quien se trasladó de niño con su familia a Estados Unidos. Estudió diseño en San Francisco, y enseguida empezó a trabajar en Nueva York en estudios de importantes diseñadores, hasta que en 1985 presenta su primera colección con su firma. "El diseño fue muy bien acogido, pero de ventas fue fatal", dice René Zamudio, quien reconoce las dificultades y la falta de libertad de los creadores a la hora de ponerse a trabajar. "Una colección tiene que funcionar, y sobre todo tiene que venderse", señala realista.René Zamudio habla una mezcla de inglés y castellano, aderezado todavía con un leve acento mexicano. No lo dice muy claramente, pero se advierte que nunca se sintió a gusto en Estados Unidos, ni siquiera en el plano profesional. "En Estados Unidos es muy difícil comenzar. No dan oportunidades a lo nuevo, aunque es el país donde se vende lo nuevo. El diseño interesante se importa a Estados Unidos desde Europa. A mí me decían que era demasiado europeo, y ahora me llaman para que les envíe y les venda mis modelos", dice sonriente a modo de explicación del porqué de su salida de aquel país y su llegada a España.

Aquí llegó con una maleta de tejidos y mucha ingenuidad. No entendía nada, sobre todo el volumen y la forma de hablar de los españoles. "Cuando entraba en un bar a tomar un café, me gritaban tanto que creía que me regañaban, y me salía". Pero a pesar de los gritos y el bullicio, René Zamudio se ha consolidado en sólo dos temporadas como un importante creador novel. Aquí dice que ha encontrado el gusto de la gente por la ropa hecha a mano, por la ropa antigua. "Los españoles recuerdan los tiempos en los que la ropa tenía mucha mano de obra, y conceden mucho valor a ello. No es una sociedad desechable que usa un traje y lo tira, sino que la prenda se guarda". Muchos le dicen que es de otra época. Quizá porque ha sabido inspirarse en los clichés más tópicos de la mujer española de principios de siglo a través de la pintura del cordobés Julio Romero de Torres. Pero, paradójicamente, es donde ha encontrado su mayor éxito.

Se confiesa ambicioso y cabezota. "Yo veo las cosas de una manera muy clara, y no puedo entender por qué la gente no las ve como yo". Ahora se encuentra en plena fase de creación de su próxima colección de invierno, que lo tiene atormentado y de mal humor.

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