El PSOE se ha convertido en un desierto, según García Damborenea

El secretario general de los socialistas de Vizcaya, Ricardo García Damborenea, considera que el PSOE se ha convertido en un desierto, al haber delegado en el Gobierno la mayoría de sus responsables la capacidad de pensar y decidir. El político vasco afirma, en declaraciones al grupo informativo Euskal Herria, que existen motivos para la esperanza porque los militantes pueden recuperar su capacidad crítica, pero cree inevitable la convocatoria de un congreso extraordinario sobre política sindical "para no ir al despeñadero".

El principal problema hoy del PSOE, según García Damborene...

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El secretario general de los socialistas de Vizcaya, Ricardo García Damborenea, considera que el PSOE se ha convertido en un desierto, al haber delegado en el Gobierno la mayoría de sus responsables la capacidad de pensar y decidir. El político vasco afirma, en declaraciones al grupo informativo Euskal Herria, que existen motivos para la esperanza porque los militantes pueden recuperar su capacidad crítica, pero cree inevitable la convocatoria de un congreso extraordinario sobre política sindical "para no ir al despeñadero".

El principal problema hoy del PSOE, según García Damborenea, es que no tiene un proyecto sobre la democracia económica, ni sobre la participación de los trabajadores, ni sobre nada de lo que los sindicatos vienen llamando giro social. Esta situación ha desembocado en una crisis del proyecto socialdemócrata.Se supone", explica, "que el proyecto socialista requiere un partido y un sindicato. Hasta ahora estaba cojo de una pata, ya que el partido renunció a su papel en octubre de 1982 y se limita desde entonces a seguir las directrices del Gobierno. Ahora nos encontramos con que no tenemos nada definido sobre la otra pata, aparte de vagas alusiones a las tradicionales relaciones con el sindicato hermano. Habría que saber si en este momento estamos en un proyecto socialdemócrata o en otro tipo de aventura".

La política sindical de los socialistas no existe, añade García Damborenea, es un debate pendiente que el partido se niega a realizar porque equivale a instituir el contrapoder sindical en E7spaña, "y eso parece que hay alguien a quien no le gusta". En opinión del dirigente socialista vasco, ya no bastan fórmulas distintas a un congreso extraordinario. "Mientras no se haga el congreso", asegura, "seguiremos sin doctrina, desarrollando modelos erráticos o con esa mezcla de ambigüedad calculada y hechos consumados destinada a expulsar a los sindicatos de la mesa de decisiones".

Sin salida

A García Damborenea no le importa haberse quedado solo con esta propuesta en el reciente consejo confederal del PSOE. Cree que el congreso es necesario y que acabará reclamándolo la mayoría de los militantes. "Porque estamos metidos", señala, "en un callejón sinsalida. O somos capaces de reorientar nuestra posición o vamos a un desastre, cuya primera manifestación será la pérdida de la mayoría absoluta".Pese a la "desertización" de partido como consecuencia de la delegación en el Gobierno, la aparición de un cúmulo de intereses creados y la consiguiente posibilidad de utilizar la coacción interna como arma política, según el secretario del PSOE de Vizcaya, "los militantes están aún en condiciones de recuperar su capacidad de decisión y de pensamiento". Por este motivo, García Damborenea asegura que no se le ha pasado por la cabeza abandonar, aunque en ocasiones se sienta incómodo.

Pero puede haber un riesgo teórico de escisión a medio plazo, advierte, si Felipe González, como secretario general, no garantiza la convivencia en el PSOE de criterios distintos al suyo. De lo que está convencido Damborenea es de la imposibilidad de que los socialistas sigan mezclados de forma indiscriminada. "Hay que articularse", afirma, "reflejar las distintas sensiblidades. Quienes no son neoliberales ni guerristas tendrán que organizar su participación en el partido si no quieren seguir clamando como voces en el desierto".

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García Damborenea no ahorra ni esconde sus críticas frontales hacia el Gobierno ni su desafección hacia el vicepresidente, Alfonso Guerra. Del primero no le gusta cómo se comporta en la negociación con los sindicatos. Felipe González quiere ganar tiempo, afirma, en vez de desechar toda política de choque con los sindicatos, hacer la concertación y enfrentarse a los problemas de la autonomía del partido y el modelo sindical. De Guerra, García Damborenea dice: "Cuando uno asocia ideas, la imagen de Alfonso Guerra no es la que mejor me casa con la libertad".

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