José María Valle Torralbo

Todo cooperante con madera tiene su sueño. El de Jose María Valle, santanderino de 37 años y responsable de la cooperación técnica española en Guinea Ecuatorial, ha sido la creación de una emisora de radio en Malabo, África 2000, que hace dos semanas comenzó a emitir. Así, la voz de la radio -la primera en castellano de África- compite con el tam-tam para alcanzar los rincones más lejanos de las selvas y apoyar la presencia de la cultura española en la ex colonia. La tecnología se convierte así en el punto de encuentro entre el mundo mágico de las tradiciones ancestrales y la civilización indu...

Todo cooperante con madera tiene su sueño. El de Jose María Valle, santanderino de 37 años y responsable de la cooperación técnica española en Guinea Ecuatorial, ha sido la creación de una emisora de radio en Malabo, África 2000, que hace dos semanas comenzó a emitir. Así, la voz de la radio -la primera en castellano de África- compite con el tam-tam para alcanzar los rincones más lejanos de las selvas y apoyar la presencia de la cultura española en la ex colonia. La tecnología se convierte así en el punto de encuentro entre el mundo mágico de las tradiciones ancestrales y la civilización industrializada.

José María Valle comenzó hace trece años su actividad en la cooperación que el Ente Público español desarrolla con el Tercer Mundo. Desde entonces ha visitado más de 40 países de Latinoamérica y África para colaborar en la instalación de emisoras de radio y televisión. Una de las experiencias que recuerda con mayor intensidad fue su estancia de nueve meses en Nicaragua, adonde aterrizó a los pocos días del triunfo sandinista.La aventura o los insólitos recorridos por lugares exóticos ocupa para él un lugar secundario frente a la "fascinación" que le produce, como manipulador de los mass media, "contribuir directamente a la transformación de sociedades hundidas en el primitivismo y en las que el mundo mágico está estrechamente ligado con la realidad cotidiana".

En este sentido, ha sido para él especialmente reveladora su experiencia en Guinea Ecuatorial, donde ha desarrollado su labor de los último siete años con la instalación de teleclubes. Un local comunal, un aparato de vídeo y televisión y un voluntario que se encargue de insertar los programas grabados en vídeo ofrecidos por la cooperación española han logrado prolongar el impacto de la televisión a las aldeas en las que las deficiencias del tendido eléctrico o el alto coste para una población extremadamente pobre impide que haya un aparato en cada casa.

"A pesar de las diferencias culturales, los gustos son los mismos al igual que en España, en el corazón de la selva los programas favoritos son Un, dos, tres y el Precio justo", explica José María. "Pero, con el salto al vídeo, muchos guineanos han descubierto que existen otros mares además del que baña sus costas,y que hasta ahora habían creído único", explica.

"Es difícil saber hasta dónde llega su asociación a la magia para explicar lo que están viendo por la pantalla", al explicar cómo en algunos casos, a los pies de la televisión, que generalmente es instalada en la Casa de la Palabra -la cabaña en la que suelen reunirse los hombres a charlar-, la población ha levantado auténticos altares.

La radio se ha convertido en otro poderoso instrumento para la expansión de la cultura y el encuentro entre las dos culturas tras la inauguración, el pasado mes, de la emisora África 2.000, la primera en castellano de todo el continente negro. Una programación eminentemente educativa, pero que dedica un importante espacio -un tercio de la programación- al rescate de la historia y tradiciones hasta ahora orales de los pueblos de Guinea constituyen los principales ingredientes para, a través del humilde y barato transistor, llevar la lucha contra el analfabetismo y el peligro de francofonización del país hasta las fronteras con sus vecinos. Todo ello regado de un amplio repertorio musical: ritmos de salsa y canciones éxitos de los cantantes españoles del momento.