Crítica:

Amor por la música, musica para el amor

Así dicho, como reza este título, la cosa queda la mar de cursi. Pero, de hecho, ése era el reclamo, la contraseña que reunió a medio millón de personas, hace ya casi 20 años, en el verano de 1969, en el acontecimiento más grande que el mundo del pop haya jamás contemplado. Años auténticos, sí, señor; años de haz el amor y no la guerra, y mucha hierba, infinidad de hierba. ¿Qué queda hoy de todo eso? El recuerdo de quienes lo vivieron y un documental de casi tres horas llanamente titulado Woodstock y dirigido por Michael Wadleigh por encargo de la Warner. Woodstock ...

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Así dicho, como reza este título, la cosa queda la mar de cursi. Pero, de hecho, ése era el reclamo, la contraseña que reunió a medio millón de personas, hace ya casi 20 años, en el verano de 1969, en el acontecimiento más grande que el mundo del pop haya jamás contemplado. Años auténticos, sí, señor; años de haz el amor y no la guerra, y mucha hierba, infinidad de hierba. ¿Qué queda hoy de todo eso? El recuerdo de quienes lo vivieron y un documental de casi tres horas llanamente titulado Woodstock y dirigido por Michael Wadleigh por encargo de la Warner. Woodstock se pretende un documento de valor testimonial. Lo es en cierta manera, aunque, por supuesto, la película es una entrega ciega al espíritu, al mensaje y a las alegrías del viaje. Sabe llevarse a su terreno todo cuanto muestra y dejar sin importancia los tres muertos por sobredosis y los casi mil casos de intoxicación, así como ese mal olor que contaban las crónicas del momento al referirse a cuerpos de tres días de sudor.Sin embargo, por muy tratado que esté el entorno, la electricidad que fluye de Jimmy Hendrix, del legendario grupo británico The Who, de las voces de Joan Baez y Arlo Guthrie o de los clásicos sonidos de Sha-Na-Na y compañía es veraz, pura y una página de la historia irrepetible. El filme la describe funcionalmente, sin alardes artísticos excesivos, y ahí es donde mantiene su vigencia como retrato de época.

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Escaso interés tienen los otros dos largometrajes que ofrece Televisión Española. Los náufragos de la isla desierta -que en nuestras pantallas se llamó Abandonados en la isla desierta- es la aventura, de tono juliovernesco y corto alcance, de una familia extraviada en algún lugar cerca de Alaska y su constante lucha por sobrevivir y por escapar de las fieras más impensables.

Fuerza 7, por su parte, es un discretísimo policíaco con acción, mucho karate y -único regalo para los cinéfilos- Jennifer O'Neill, mucha mujer.

Los náufragos de la isla perdida se emite hoy a las 16.05; Woodstock, a la 1.00; Fuerza 7, a las 7.30, todas ellas por TVE 1.

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