El Camp Nou sigue inexpugnable para el Madrid

El Real Madrid recogió su primer trofeo de la temporada, su primera Supercopa en el estadio de su eterno rival, pero ningún azulgrana se rasgó las vestiduras, porque el Camp Nou sigue siendo inexpugnable para los madridistas. El Barcelona se demostró a sí mismo que puede seguir soñando con ganar la Liga, porque ese equipo que está armando Johan Cruyff comienza a dejarse querer y, sobre todo, porque el Madrid, ese Madrid de Bernd Schuster, es vulnerable. Tal fue la euforia que desató la actuación azulgrana y la debilidad mostrada por los madridistas que Josep Lluís Núñez y toda su directiva sal...

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El Real Madrid recogió su primer trofeo de la temporada, su primera Supercopa en el estadio de su eterno rival, pero ningún azulgrana se rasgó las vestiduras, porque el Camp Nou sigue siendo inexpugnable para los madridistas. El Barcelona se demostró a sí mismo que puede seguir soñando con ganar la Liga, porque ese equipo que está armando Johan Cruyff comienza a dejarse querer y, sobre todo, porque el Madrid, ese Madrid de Bernd Schuster, es vulnerable. Tal fue la euforia que desató la actuación azulgrana y la debilidad mostrada por los madridistas que Josep Lluís Núñez y toda su directiva salieron del palco diciendo que el colegiado de turno les había birlado el trofeo concediendo el gol de Butragueño en una jugada de fuera de juego -en el campo pareció claro-.En el Camp Nou, todos han recobrado la ilusión. Los lugadores están cada día más convencidos de poder asimilar la dictadura táctica del maestro, porque ayer comenzaron a encontrar tanto espacio en el área contraria como en la propia, supieron resolver el uno contra uno sin perder tantos balones como en partidos anteriores y, además, encontraron los carriles lo suficientemente despejados para convertir su dominio territorial en oportunidades de gol. Los directivos dejaron de taparse los ojos, como hacía el vicepresidente Nicolau Casaus en Pamplona, cada vez que el adversario recuperaba el esférico. Y los aficionados han llegado a la conclusión de que cuando Soler se reconvierta en un interior zurdo y Julio Salinas consiga marcar algún gol, no tendrán rival a quien temer.

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Hasta ahora el miedo lo inspiraba el Real Madrid de Bernd Schuster. Podría decirse incluso que ayer sólo acudieron al Camp Nou aquellos que querían abroncar al alemán vestido de madridista, pero la actuación de Bernardo -como le llaman en Madrid- y de su equipo fue tal que acabaron por ígnorarles. El Madrid de Schuster dio la sensación de que, con dos goles en el zurrón desde el partido del Bernabéti, fue a pasearse al Camp Nou.

Beenhakker se preocupó sobretodo de maniatar al rival. Dispuso marcajes férreos en defensa (Solana sobre Beguiristáin, Esteban junto a Carrasco; Tendillo encima de Julio Salinas; Sanchís persiguiendo a Bakero) y una línea de flotación en el centro del campo, con Schuster, como media punta, tapando a Roberto. Y la verdad es que pasaron apuros para salvar el trofeo. Sucedió simplemente que hasta Butragueño (que no había marcado en lo que va de temporada) se encontró con un gol en el primer remate a puerta y Hugo Sánchez chutó al poste en el segundo ataque. O sea, creyeron que el partido era suyo, porque les bastaba apretar el acelerador de vez en cuando para descomponer la desguarnecida defensa azulgrana. El Barça, recompuesto tácticamente por las ausencias de Milla y Alexanco, jugaba bonito, al primer toque, buscando las aperturas por las bandas, acechando la portería de Buyo, pero Julio Salinas no acertaba a concluir las oportunidades. Pero allí ningún azulgrana se rendía y tanto fue el empeño que pusiero que al final Bakero batió a Buyo y empezó otro partido.

Cruyff sacó a más delanteros, Bakero volvió a marcar, Lineker estuvo a punto de forzar la prórroga y Núñez soñó que tenía la Supercopa en sus manos. El tercer gol no llegó y el Madrid intentó pasear la Supercopa por el Camp Nou. Fue una osadía ante una afición entregada a su equipo. La policía tuvo que proteger a los jugadores blancos. Los honores están reservados para los vencedores y el Madrid no gana en el Camp Nou desde que se fue Juan Lozano.

El Barcelona perdió el miedo que le inspiraba el Madrid de Bernd Schuster. El equipo de Cruyff ganó a ese Madrid y con esto basta para que los aficionados vuelvan a confiar en su equipo y esperen ganar pronto una Liga. Puede que no lo consigan pero, de momento, lo que no permiten es que nadie, y menos el Madrid, se pasee con una Copa por el Camp Nou.

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