El Madrid volvió a mostrar sus debIidades europeas en el inicio del curso

La gente se saludó en las gradas del estadio Bernabéu con una sonrisa en su rostro tostado en las vacaciones, y se despidió con un gesto de decepción digno del retorno al trabajo. El inicio del curso escolar en el Bernabéu no pudo ser más amargo. Hubo caras nuevas, léase Bernd Schuster, pero se repitieron las viejas costumbres. Y es que el Madrid cuando pierde, es que pierde de verdad. El año pasado sólo le derrotaron la Real Sociedad y el Atlético de Madrid en el Bernabéu, y ambos lo hicieron por 0-4.Las consecuencias de la exhibición de ayer, además, pueden ser mucho más importantes de l...

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La gente se saludó en las gradas del estadio Bernabéu con una sonrisa en su rostro tostado en las vacaciones, y se despidió con un gesto de decepción digno del retorno al trabajo. El inicio del curso escolar en el Bernabéu no pudo ser más amargo. Hubo caras nuevas, léase Bernd Schuster, pero se repitieron las viejas costumbres. Y es que el Madrid cuando pierde, es que pierde de verdad. El año pasado sólo le derrotaron la Real Sociedad y el Atlético de Madrid en el Bernabéu, y ambos lo hicieron por 0-4.Las consecuencias de la exhibición de ayer, además, pueden ser mucho más importantes de lo que un partidillo de reencuentro puede suponer. La asignatura pendiente de este Madrid sigue siendo Europa. Y anoche, el Milán, uno de los favoritos en la Copa de Europa, le dio una lección muy seria a los madridistas: "Podéis pasearos en España", parecían decir los tres goles, "pero Europa tiene un precio muy alto".

El aviso del Milán fue como un retorno al pasado, a la noche en que el PSV Eindhoven eliminó al Madrid en la semifinal de la última Copa de Europa. Y el Madrid haría bien en sacar consecuencias de la derrota, aunque se trate tan sólo de un partido de preparación que puede olvidarse fácilmente, si se quiere, el próximo domingo ante el Osasuna. En la Liga española puede arrasar, pero habrá que empezar a pensar que el campeonato español no es tan duro como parece, y que al Madrid le iría bien un poco más de competencia para llegar menos altivo y más curtido a la Copa de Europa.

El Madrid aguantó bien la primera parte, aunque nunca llevó la iniciativa, y llegó a tener muchas oportunidades de gol, pero, corno ya es costumbre en él, bajó la guardia cuando se dio cuenta de que el Milán, que tampoco ha empezado la Liga, aguantaba el resultado y, además, ambicionaba aumentar su victoria. Por eso llegó un 0-3 que puede marcar psicológicamente la temporada europea del Madrid.

El Milán se mostró como un bloque serio y compacto, en el que no se notaron las ausencias iniciales de Baresi -jugó sólo la segunda parte-, Van Basten, el mejor jugador de la Eurocopa, o Cancelotti, ni la de Gullit, que falló dos ocasiones clarísimas, en los segundos 45 minutos. Un bloque que defiende muy arriba, con dos líneas presionantes y muy móviles en el centro del campo que ahogaron al Madrid y, sobre todo, a Schuster. Tiene una defensa que coquetea con la táctica del fuera de juego, y que contraataca a galope tendido. Un equipo en el que Rijkaard es capaz de defender a distancia a Schuster, para salir al contraataque lanzando a sus puntas; con individualidades brillantes como el lateral Maldini, de 20 años; el corredor de fondo Colombo, el técnico Donadoni, o el portero Giovanni Galli. En resumen, un bloque con igual o mejores individualidades que el Madrid, pero que añade a su menú futbolístico grandes dosis de disciplina e imaginación.

Los tres goles hicieron pasar desapercibida la presentación de Bernd Schuster en el Bernabéu. Comenzó con nervios, pero se movió mucho con ganas de tocar el balón, de dirigir el juego. En la primera parte tuvo buenos detalles acompañados por pérdidas de balón ante la presión italiana. Sus compañeros de equipo le buscaban, y trataban de utilizarle como canalizador principal del juego de ataque. Pero las mejores ocasiones surgieron de pases al primer toque, de rápidos contraataques sin la trabajosa elaboración de las jugadas de la que a veces tanto abusan los madridistas. Schuster dio un par de buenos pases largos, pero no pudo crear una jugada brillante que arrancase los aplausos que el público estaba ansioso de brindarle.

En la segunda parte, con la sailida de Gallego por Sanchis -un cambio que restó fuerza a la defensa blanca-, Schuster se encontró desplazado, sin espacios libres donde parar, mirar y templar. Gallego, además, avanzó unos metros y se metió en su área de influencia, llevado por la inercia del ataque continuo, y sin peligro, del equipo.

Schuster, así, vio como el balón pasaba sobre su cabeza, o tenía que ir a buscarlo a la defensa, como en sus peores tiempos en el Barcelona. Quizás fue el más perjudicado por la táctica del Milán, que le obligó a abusar de los pases cortos a la bota del compañero, sin encontrar respiro para los lanzamientos largos. Sus ansias de ganarse al público del Bernabéu le llevaron a rematar un balón difícil y esquinado cuando Hugo Sánchez estaba completamente solo y frente a la portería. Fue un exceso que, sin duda, le será recordado en una de las próximas sesiones de terapia colectiva de la plantilla.

El Madrid, además, falló espectacularmente en la zona de remate. Tuvo multitud de ocasiones desperdiciadas -Hugo (m. 30), Butragueño (m. 32), Michel (m. 35), Schuster (m. 48), Butragueño (m. 56)-, e incluso Michel, Hugo y Butragueño (m. 58) se encontraron con un Galli inspíradísimo cuando chutaron consecutivamente sobre la línea de gol.

En la zona de ataque pudo sacarse otra consecuencia negativa; Butragueño sigue arrastrando la crisis de la pasada temporada, y ahora suple su falta de inspiración con un afán de lucha que le convierte en otro jugador, distinto del sereno y genial que antaño regateaba a tres hombres en un metro dentro el área.

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