Eugenio Gil

Un destino ligado a la seguridad nuclear

Nació en un pueblo de Cáceres, Zorita, rodeado por dos centrales nucleares en 60 kilómetros a la redonda. Quizá fuera una premonición. Eugenio Gil, que se define como "un funcionario convencido que cree firmemente en la utilidad de la función pública", es ahora jefe del área de Ingeniería de la Protección Radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear, donde se interesa porque el ciudadano reciba una información veraz y sin alarmismo infundado sobre el control de la energía nuclear. Como experto español en la Comunidad Europea, acaba de elaborar un estudio sobre el impacto ambiental en caso de a...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Nació en un pueblo de Cáceres, Zorita, rodeado por dos centrales nucleares en 60 kilómetros a la redonda. Quizá fuera una premonición. Eugenio Gil, que se define como "un funcionario convencido que cree firmemente en la utilidad de la función pública", es ahora jefe del área de Ingeniería de la Protección Radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear, donde se interesa porque el ciudadano reciba una información veraz y sin alarmismo infundado sobre el control de la energía nuclear. Como experto español en la Comunidad Europea, acaba de elaborar un estudio sobre el impacto ambiental en caso de accidente.

El historial profesional de Eugenio Gil es un bombardeo lingüístico de alta energía. El adjetivo nuclear lo acompaña en toda su trayectoria profesional y está emparejado a sustantivos como seguridad, inspección o análisis. Estudió Ciencias Físicas, disciplina que ya le gustaba de pequeño, y desde entonces su historia se convirtió en una íntima relación con la energía nuclear.Nació en 1951, en una familia dedicada al comercio y a la agricultura en la que él es el único técnico. Pero hasta su pueblo, Zorita (Cáceres), acabó rodeado con el tiempo por dos centrales nucleares: la de Almaraz, en Cáceres, y la de Valdecaballeros, en Badajoz.

Sus diversas ocupaciones y cargos se han repartido entre la antigua Junta de Energía Nuclear y el Consejo de Seguridad Nuclear, organismo sólo sujeto al control parlamentario y en el que trabaja desde su creación, en 1980. Estando convencido como está de su condición de funcionario, no escatima esfuerzos en su tarea. Dice de sí mismo que es "muy hablador", e inmediatamente le encuentra una justificación provechosa: "Así ejercito mejor el calificativo de público que tiene este trabajo". El reposo del funcionario lo encuentra por la noche, leyendo libros de historia.

Su compromiso con la seguridad nuclear y la protección radiológica se ciñe al cálculo del impacto de las instalaciones nucleares en las personas y en el ambiente. Reconoce que la energía nuclear tiene sus riesgos, pero asegura que la legislación española garantiza suficientemente la seguridad nuclear y de forma semejante al resto de los países del Tratado Europeo para la Energía Atómica, Euratom, porque se ha desarrollado paralelamente. "La utilización de la energía nuclear depende de los estudios energéticos y económicos de cada país, y en definitiva es una decisión política", añade.

Campechano y afable, este físico se confiesa "tremendamente casero" y le gusta pasar sus vacaciones con su mujer y tres hijos en lugares tranquilos. La comida, sobre todo la de casa, es para él un placer prohibido que le llevó a pesar 107 kilos. Pero ahora muestra con satisfacción sus trofeos: pequeños trocitos del cinturón que ha ido cortando hasta ajustar su cintura con 20 kilos menos.

Archivado En