Crítica:

Bertolucci se hace grande

A sus espaldas tenía Bernardo Bertolucci, justo al empezar la década de los setenta, una meritoria filmografía, corta todavía pero fuerte como un roble y que había empezado a hacer sus efectos entre los públicos más entusiastas y también, cómo no, entre los más comprometidos. Películas como Partner o La estrategia, de la araña habían hecho de Bertolucci un auténtico ideólogo de cine europeo contemporáneo. El conformista, que el cineasta realizaría en 1971, habría de ser el título que le propulsaría al éxito con el cual empezaría a evidenciar una capacidad narrativa propia ...

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A sus espaldas tenía Bernardo Bertolucci, justo al empezar la década de los setenta, una meritoria filmografía, corta todavía pero fuerte como un roble y que había empezado a hacer sus efectos entre los públicos más entusiastas y también, cómo no, entre los más comprometidos. Películas como Partner o La estrategia, de la araña habían hecho de Bertolucci un auténtico ideólogo de cine europeo contemporáneo. El conformista, que el cineasta realizaría en 1971, habría de ser el título que le propulsaría al éxito con el cual empezaría a evidenciar una capacidad narrativa propia de los grandes. Ahí empieza esa suntuosidad tan bien heredada de Visconti, esos elegantes movimientos de cámara esos picados cósmicos. Nada tan reconfortante, desde luego, que una puesta en escena bella para ilustrar discursos bellos, por le menos discursos que emanan de la razón. Esa grandeur de Bertolucci, esa grandeur plástica, acompañará ya al director para siempre y dará los esplendores visuales de El último tango en París, Noveccento, La luna y la supertaquillera y multioscarizada de este año, El último emperador, sin olvidar La tragedia de un hombre ridículo, que es su filme menos famoso de esta etapa de grandes éxitos.El resto de la programación del día se sitúa en un nivel medio de interés. Para los nostálgicos del spaghetti western, un genuino ejemplar, El hombre de río Malo, con el epónimo Lee van Cleef y un James Mason desaprovechando su talento entre decorados almerienses. Para los amantes del musical, El placer de vivir, donde volveremos a entrar en contacto con la hoy tan olvidada Irene Dunne, en una comedia amena, bien dialogada y con secundarios de fuste (Lucille Ball, Guy Kibbe, Eric Blore... ). Y para sociólogos de nuestra realidad inmediata, la historia de amistad entre un miembro de la policía y un muchacho dado a la delincuencia común, un tema casi de Eloy de la Iglesia que Raúl Peña toca con seriedad y espíritu de denuncia; su título, Todos me llaman Gato.

El conformista, a las 22

30; Todos me llaman Gato, a las 4.00; El placer de vivir, a las 7.30, todas por TVE-1. El hombre del río Malo, a las 16.20, por TVE-2

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