Reportaje:

Teresa Acinas

De ama de casa a retratista de Juan Pablo II

Algunos se entregan a la pintura con una dedicación casi enfermiza, tratan de atrapar con las pinceladas filosofías, concepciones globales del universo, obsesiones renovadoras. Otros, aunque de técnica tan eficaz, no buscan trasfondos mayores tras los lienzos. Es el caso de Teresa Acinas, de 46 años, que ha pasado en seis años de ser ama de casa con cuatro hijos a pintar retratos de Carmen Cervera, Manuel Fraga, Ferrer Salat, el cardenal Jubany y Juan Pablo II. Doscientos once retratos llevan ya su firma, el último de ellos, realizado el pasado miércoles, al nuncio en España, Mario Tagliaferri...

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Algunos se entregan a la pintura con una dedicación casi enfermiza, tratan de atrapar con las pinceladas filosofías, concepciones globales del universo, obsesiones renovadoras. Otros, aunque de técnica tan eficaz, no buscan trasfondos mayores tras los lienzos. Es el caso de Teresa Acinas, de 46 años, que ha pasado en seis años de ser ama de casa con cuatro hijos a pintar retratos de Carmen Cervera, Manuel Fraga, Ferrer Salat, el cardenal Jubany y Juan Pablo II. Doscientos once retratos llevan ya su firma, el último de ellos, realizado el pasado miércoles, al nuncio en España, Mario Tagliaferri.

No da tiempo a que se cansen los modelos. En dos horas queda listo el retrato al óleo. "Mientras posan hablo continuamente con ellos. Al hablar, aparte de conocer detalles de su vida y forma de pensar, que me ayudan a pintarles, puedo captar mejor la expresividad de su cara". Cuenta que es curioso que, para la mayoría de la gente, posar es como una terapia, que se desinhiben y hablan mucho de sí mismos. "Lo que más me gusta es retratar niños, porque te transmiten un mundo precioso. Una niña me contó todo su viaje al zoo. Cogen cariño al retratista porque les hace sentirse importantes".Después de los niños, Teresa Acinas señala como más interesantes los hombres de rasgos angulosos. Sus ilusiones se centran ahora en Adolfo Suárez y Jorge Verstrynge. "Pintar señoras no me suele gustar, porque casi nunca están contentas con la cara que tienen y siempre has de estar ocultando arrugas". Acinas Baceta siente también debilidad profesional por los hombres de iglesia. Reconoce que, entre las personas que ha retratado, quien mayor huella le ha dejado ha sido el cardenal arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany: "Antes de pintarle quería hacerme rica. Pero me habló tanto de materialismo y de que lo importante en la vida no es tener, sino ser, que ahora pienso, en vez de en ganar más, en ser más pintora". A pesar de sus 211 retratos, lo que le resulta más entrañable de su pintura y lo único que le apena vender son los paisajes de Castilla, "retratos de un mar sin fin".

Poseída por un optimismo feroz, recalca que, quiere "pintar, pintar, pintar". Todo empezó cuando comprendió que ya en casa no hacía falta porque sus hijos estaban criados, y se lanzó a cultivar lo que ella dice es una cualidad innata en su familia para dibujar bien. "Cuando no me dedicaba a esto con tanto rigor, me gustaba pintar a mis hijos mirando la televisión".

Hija de un tratante de ganado de Salas de los Infantes (Burgos) y nacida en Madrid, ha vívido en Bélgica y Holanda. Ahora reside en Barcelona. Su decisión y confianza en su capacidad como retratista -aunque se resiste a llamarse artista- le han permitido exponer en Barcelona y Ginebra. Próximamente lo hará en Madrid.

Ese carácter decidido le llevó a pedirle al Vaticano que quería retratar a Su Santidad. "No me dijeron que fuera a Roma, pero me mandaron 11 fotografías de formato grande y me han dado todas las facilidades". Ahora estoy pendiente de que me conceda audiencia para entregarle el cuadro. Lo mira y dice: "Es el retrato de un Papa viejo". Lo vuelve a mirar. "Si me dice que no se parece, yo le voy a proponer que me conceda 10 minutos. Que pose para mí tan sólo 10 minutos, y prometo sacarle exacto".

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