Películas de autor

La programación cinematográfica de hoy presenta unos tintes muy, pero que muy cinéfilos. Son todas películas de autor, si bien no son las más características de cada uno de sus responsables.La más asequible a toda clase de públicos, por cuanto es la adaptación del popular cuento de Saint-Exupéry, es El pequeño príncipe, de Stanley Donen, un musical tardío del célebre director no muy bien acogido, pese a contar con canciones de Lerner y Loewe y coreografía de Bob Fosse. De Yoshishige Yoshida poco sabemos por estos pagos. Pero se trata de una de las figuras punteras de lo que podrí...

La programación cinematográfica de hoy presenta unos tintes muy, pero que muy cinéfilos. Son todas películas de autor, si bien no son las más características de cada uno de sus responsables.La más asequible a toda clase de públicos, por cuanto es la adaptación del popular cuento de Saint-Exupéry, es El pequeño príncipe, de Stanley Donen, un musical tardío del célebre director no muy bien acogido, pese a contar con canciones de Lerner y Loewe y coreografía de Bob Fosse. De Yoshishige Yoshida poco sabemos por estos pagos. Pero se trata de una de las figuras punteras de lo que podríamos llamar la nouvelle vague japonesa, la misma en la que nace Oshima, y de él es La promesa, una angustiosa reflexión sobre la tercera edad y su papel en la sociedad actual. De 1961 es Piel de verano, una obra de denuncia del argentino Leopoldo Torre-Nilsson a sus realidades sociales, envuelta en señas melodramáticas y una exasperante crueldad en su discurso. Sin anestesia, de Andrzej Wajda, plasma la crisis del intelectual del momento en una sociedad, la polaca, inmersa en un proceso histórico contradictorio y expuesto a inesperados giros. Es un filme frío, intimista y pesado, pero sincero y desgarrado, doloroso. Pese a todo, importante.