Crítica:

Fabuloso Stroheim

La contemplación, esta madrugada, de Avaricia es una de esas esnifadas que el cinéfilo necesita pegarse de tanto en tanto para mantenerse en pie No sólo la obra maestra de Eric von Stroheim, ni únicamente una joya del cine mudo sino una de las mejores películas de todos los tiempos. Que, por supuesto, no batirá récords de audiencia ni provocará comentarios encendidos, entusiastas, más allá de esas minorías que hoy van a darse el atracón de buen cine.Stroheim fue un monstruo, un genio de la desmesura Cruel sin límites. Cínico hasta nuestra desesperación. Su universo estuvo poblado...

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La contemplación, esta madrugada, de Avaricia es una de esas esnifadas que el cinéfilo necesita pegarse de tanto en tanto para mantenerse en pie No sólo la obra maestra de Eric von Stroheim, ni únicamente una joya del cine mudo sino una de las mejores películas de todos los tiempos. Que, por supuesto, no batirá récords de audiencia ni provocará comentarios encendidos, entusiastas, más allá de esas minorías que hoy van a darse el atracón de buen cine.Stroheim fue un monstruo, un genio de la desmesura Cruel sin límites. Cínico hasta nuestra desesperación. Su universo estuvo poblado de un auténtico catálogo de seres caóticos, despreciables, deshumanizados. Y su escenificación respondió por lo general a un delirante sueño barroco de gigantescas proporciones, removido por los vientos huracanados de una técnica en vías de exploración que rompía los moldes habidos y por haber del cine silente y marcaría influencias decisivas: Orson Welles, sin ir más lejos. Pero Avaricia, todo y tener momentos torrencialmente expresionistas, la quiso su creador naturalista, no en vano naturalista era la novela en que se basaba, de Frank Norris. Escenarios naturales, pues, ubicados en las calles mismas de San Francisco y en el polvo del desierto tal cual. Esa austeridad, no obstante, está en extremo paliada por la fuerza salvaje con que Stroheim cincela el texto. Un recorrido dialéctico de arrolladora furia dramática por las pestes interiores que han corroído al hombre desde que el mundo es mundo.

Nadie podía aguantar tanto y mucho menos los gerifaltes de la Metro, que convirtieron la obra más personal de Stroheim en casi un trailer de sí misma. Tampoco es cosa de tiempo: Avaricia, dure lo que dure, es magnífica. Un certero revés al homo sapiens que todavía es capaz, en su genialidad, en su humanidad, por muy tortuosa que sea, de vislumbrar en él ternura; de convertir a su autor, en fin, Stroheim, en un romántico.

La batalla del río de la Plata es un aplicado filme bélico, sin mucha miga, lejos de los delirantes resultados que sus realizadores, Michael Powell y el recientemente fallecido Emeric Pressburger, consiguieran en otras ocasiones. Sueños de juventud nos permite disfrutar de nuevo de una magnífica Katharine Hepburn, en una comedia sofisticada.

Avaricia (T`VE- 1, 1.00 horas). La batalla del río de la Plata (TVE-1, 16.05). Sueños de juventud (domingo, 7.20, TVE-1).

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