Reportaje:

Christian Bale

Un aplicado escolar lanzado al cine por Steven Spielberg

Pertenece a esa desconcertante generación que se avecina: no muestra interés cuando oye la palabra leer y, sin embargo, se le avivan los ojos ante un término de extraña atracción: computers. Christian Bale, que la semana pasada cumplió 14 años, es lo que se suele llamar un protagonista absoluto en la última película de Steven Spielberg, El imperio del sol, que se estrenará en marzo en España. Para realizar esta interpretación, que ha sido recibida con grandes elogios, Bale, nacido en el Reino Unido y aplicado escolar en una escuela secundaria, dejó temporalmente sus estudios para enfrentarse a...

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Pertenece a esa desconcertante generación que se avecina: no muestra interés cuando oye la palabra leer y, sin embargo, se le avivan los ojos ante un término de extraña atracción: computers. Christian Bale, que la semana pasada cumplió 14 años, es lo que se suele llamar un protagonista absoluto en la última película de Steven Spielberg, El imperio del sol, que se estrenará en marzo en España. Para realizar esta interpretación, que ha sido recibida con grandes elogios, Bale, nacido en el Reino Unido y aplicado escolar en una escuela secundaria, dejó temporalmente sus estudios para enfrentarse a la cámara.

El niño, que es menudo y tímido, crece y desborda la pantalla en El imperio del sol, dejando claro que al imprevisible objetivo de la cámara de cine le ha caído bien, y que el artefacto ha aceptado magnificarlo.El filme de Spielberg, basado en la novela de J. G. Ballard, narra el final de la inocencia de un niño de 11 años, cuyos padres, unos acomodados colonos británicos, lo pierden en Shanghai durante la II Guerra Mundial. El niño acaba enfrentándose al mundo de los adultos en un campo de concentración.

En esas maratonianas audiciones de las películas con presupuestos multimillonarios, los responsables vieron a 4.000 adolescentes. El padre de Christian Bale es un asesor financiero y su madre trabajó como bailarina en un circo. Bale ha vivido con cierta naturalidad el mundo del espectáculo. Ha trabajado en una miniserie televisiva y también ha salido a los escenarios en el teatro. Su agente le llevó a las audiciones del filme.

"Me puse nervioso varias veces", dice, "pero salió bien. Tuve que memorizar un guión corto, interpretarlo y conversar con gente". Bale se convirtió en un candidato firme y fue a Los Ángeles a ver a Spielberg. Mientras esperaba al cineasta en sus oficinas, se entretuvo con los videojuegos allí instalados. Esas máquinas le impresionaron más que Disneylandia.

El trabajo durante el rodaje (estuvo seis semanas en Andalucía) no agotó a Bale, por las leyes británicas que impiden a los menores trabajar más de ocho horas. "Lo más dificil era cuando tenía que llorar", dice, y añade que se llevó muy bien con Spielberg. En la primera parte de la película, el protagonista es un niño repelente y envarado. Por eso, sorprende que Bale, con esa tímida espontaneidad que sólo se rompe por el tieso, aunque simpático, flequillo de moldeadora que le han incrustado, haya conseguido ser tan versátil como actor.

La película no se ha estrenado todavía en el Reino Unido, y Bale no cree que su celebridad vaya a influir en el comportamiento de los que le rodean. Tiene dos hermanas mayores. "Pero no me miman porque sea el pequeño", dice. No es muy aficionado a la lectura, sino a los deportes, y conoce a Butragueño. Ha recorrido ya muchos países, y le gusta ver las ciudades. Pregunta qué es el Museo del Prado y promete visitarlo.

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