Eva Serra

Una diseñadora que triunfa en el mercado internacional

Eva Sierra, una valenciana de 30 años, cambió su vida profesional a consecuencia de una enfermedad que la mantuvo inactiva durante meses. Ella era, hasta entonces, profesora de gimnasia. En uno de sus largos días de reposo se encontró "haciendo garabatos" en un papel, del que salieron sus primeros esbozos de bolsos. Ahora tiene 30 años y se dedica de lleno al diseño. Como no pudo traspasar el rechazo inicial de muchos empresarios españoles -"para diseñadores, preferimos a los italianos"-, montó su propia empresa. Sus bolsos, zapatos, sombreros y ropa de piel se cotizan al alza en los mercados ...

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Eva Sierra, una valenciana de 30 años, cambió su vida profesional a consecuencia de una enfermedad que la mantuvo inactiva durante meses. Ella era, hasta entonces, profesora de gimnasia. En uno de sus largos días de reposo se encontró "haciendo garabatos" en un papel, del que salieron sus primeros esbozos de bolsos. Ahora tiene 30 años y se dedica de lleno al diseño. Como no pudo traspasar el rechazo inicial de muchos empresarios españoles -"para diseñadores, preferimos a los italianos"-, montó su propia empresa. Sus bolsos, zapatos, sombreros y ropa de piel se cotizan al alza en los mercados internacionales, en tanto consigue abrir una brecha en la demanda nacional.

Los primeros pasos fueron difíciles. Los vecinos de su pueblo natal, la pequeña localidad alicantina de Pedreguer, fueron los primeros en alabar su trabajo. "Me dijeron que los diseños eran buenos", recuerda ahora, pero los ánimos que le infundieron los amigos se encontraron con un muro de incomprensión y desinterés. Con sus 500 primeros diseños bajo el brazo, Eva Serra empezó a visitar empresas para ofrecerse como diseñadora. "La respuesta era siempre la misma", señala, "me decían que para buscar diseñadores se iban a Italia".Esas dificultades iniciales no arredraron a esta joven, que dice afrontar la vida con optimismo y que es, sobre todo, una luchadora. De carácter abierto y jovial, Eva se esftierza por sobreponerse a la timidez que asoma a sus grandes ojos verdes. Cerró el gimnasio que había montado para dar clases y se lanzó a viajar, un poco a ciegas, a Valencia y a Madrid, al objeto de contactar con quien pudiera interesarse por sus diseños.

"Todos me decían que síguiera, pero la verdad es que no me ofrecían salidas", recuerda. Por eso, un día, cansada, pero no desalentada, decidió montar su propia empresa. Ingresó en la Asociación de Jóvenes Empresarios y, desde su casa, empezó a ofrecer sus diseños, por carta y por teléfono, a muchos países -mis catálogos los tienen hasta en Rusia", dice. Y parece que su trabajo gustó fuera de España porque muy pronto los empleados de la pequeña oficina de Correos de Pedreguer se vieron sorprendidos por la nutrida correspondencia dirigida a Eva Serra que llegaba desde los cinco continentes. Fruto de aquel tesón son sus actuales exportaciones a San Francisco, Kuwait, Holanda, Reino Unido y algunos países africanos. También mantiene contactos de cara a próximos negocios con la Unión Soviética, Japón, Dinamarca, Australia y Nueva York.

Tal y como le van las cosas, Eva quiere montar más empresas, porque piensa que éste es un momento idóneo. Su idea de empresa se basa en tres puntales que considera imprescindibles: partir de diseños propios, competir en calidad y acabado y tener vocación exportadora. Ha tenido ofertas para trabajar en el extranjero, pero ella quiere demostrar que desde España se pueden hacer bien las cosas."Aquí ya se ve el diseño con otros ojos, y yo quiero que Italia llegue a copiarnos, no al revés", dice.

Sus ideas sobre la moda se resumen en que toda mujer debe ser independiente de lo que se lleva o deja de llevarse. "Hay que ser uno mismo", dice. Esta diseñadora, emprendedora y valiente, asegura sonriendo que llevar un bolso suyo es casi .

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