Aquiles García Tuero

Promotor de la cultura española en Estados Unidos

Un puro apagado entre los dedos puede durarle más de una hora. Tirantes sobre un jersei y el pelo como lana mustia. Su aspecto informal contrasta con la importancia que se le supone, dada la calidad de sus contactos y del dinero que mueve. Orgulloso de su partida de nacimiento en Quintueles, cerca de Gijón, hace 44 años, es promotor de la cultura española en EE UU. Está embarcado en un proyecto ingente: estrenar la ópera Colón en Barcelona y recrear el viaje del almirante en un trasatlántico.

"Algunas de las buenas costumbres campesinas me han servido para andar por la vida", confiesa c...

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Un puro apagado entre los dedos puede durarle más de una hora. Tirantes sobre un jersei y el pelo como lana mustia. Su aspecto informal contrasta con la importancia que se le supone, dada la calidad de sus contactos y del dinero que mueve. Orgulloso de su partida de nacimiento en Quintueles, cerca de Gijón, hace 44 años, es promotor de la cultura española en EE UU. Está embarcado en un proyecto ingente: estrenar la ópera Colón en Barcelona y recrear el viaje del almirante en un trasatlántico.

"Algunas de las buenas costumbres campesinas me han servido para andar por la vida", confiesa con campechanía este asturiano que vive en Nueva York desde hace siete años. Sus tíos le llevaron a vivir a Gijón a los pocos años porque su padre, que colaboraba con el maquis antifranquista, fue detenido y enviado a un campo de concentración.Los curas son una constante en su vida. Menciona a Gervasio Iruarízaga, de los padres claretianos, que le hizo entrar en el coro del colegio. Después estudió en la Escuela de Peritos Industriales. "Mi tío tenía ambiciones para mí: ir a estudiar ingeniería a Alemania y trabajar después en Ensidesa". Su vida discurrió por otros caminos. Hito de su juventud fue el ingreso en la Coral Polifánica de Gijón. Hasta que el horizonte asttiriano se le hizo pequeño y se dejó arrastrar por el imán del Madrid de 1968.

Allí reencontró a un cura de Gijón, Tomás Iturriaga, que le ofreció una plaza en el colegio mayor que dirigía a cambio de que organizara las actividades culturales. Estudió Políticas y se volcó en la música. El despacho del director espiritual del colegio sirvió de sede para la Asociación de Amigos de la Música de la Universidad de Madrid.

"Era una asociación disparatada", recuerda, "pero efectiva. Logramos desmitificar el teatro Real y que el público joven inundara el escenario de ese templo de la música en un ciclo que cerró Rubinstein. Incluso la guitarra flamenca de Paco de Lucía tuvo allí acogida".

Hasta que las capillas de Madrid y sus intrigas le agotaron el ánimo. Un amigo en Nueva York acabó por mostrarle un porvenir posible: organizar el lanzamiento de productos culturales de habla hispana en Estados Unidos.

Sin embargo, al principio todo eran fuegos de artificio, sin rentabilidad. Organizó un concierto para las Naciones Unidas en 1983, que contó con los grandes de la música española, desde la Caballé a López Cobos. "Fue un día muy feliz, después de tres años de trabajo. Pero también fue un día muy desgraciado. Nadie se acordó de invitar a la comida al promotor y perdí el patrimonio familiar, que había hipotecado. Quedé noqueado, pero me recuperé rápidamente". A pesar de todo consiguió afianzarse en Nueva York y contratar poco a poco las mejores salas de conciertos. Su último proyecto enlaza con los fastos del aniversario del descubrimiento. Prepara el estreno, en septiembre y en Barcelona, de la ópera dedicada a Cristóbal Colón, con libreto de Antonio Gala y música de Leonardo Balda, y con Montserrat Caballé en el papel de Isabel. la Católica y José Carreras en el del almirante. El acto tendrá continuación en el mar: un trasatlántico, que saldrá de Barcelona, seguirá parte de la ruta de Colón hasta llegar a Nueva York el Día de la Hispanidad.

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