Crítica:

Comedia y aventuras de poca monta

No fueron los años sesenta, por mucho que en ellos reinaran películas excelentes por su sofisticación como las de Donen o Edwards, y por mucho que también reinara Jerry Lewis, años espléndidos para la comedia americana, sobre todo si la comparamos con los años de gloria vividos en décadas precedentes.Habría que invocar sociólogos diversos, y tampoco hay para tanto, para poder comprender por qué mientras la sociedad se endurecía y el rock aumentaba el volumen la comedia americana se acaramelaba y perdía virulencia. Y un buen ejemplo de cómo andaban los dulces por el género es...

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No fueron los años sesenta, por mucho que en ellos reinaran películas excelentes por su sofisticación como las de Donen o Edwards, y por mucho que también reinara Jerry Lewis, años espléndidos para la comedia americana, sobre todo si la comparamos con los años de gloria vividos en décadas precedentes.Habría que invocar sociólogos diversos, y tampoco hay para tanto, para poder comprender por qué mientras la sociedad se endurecía y el rock aumentaba el volumen la comedia americana se acaramelaba y perdía virulencia. Y un buen ejemplo de cómo andaban los dulces por el género es Prométele cualquier cosa, de Arthur Hiller, de bonito terciopelo y espumoso francés y con una historieta de viudita a la caza de otro papá para su retoño (planteamiento inverso a El noviazgo del padre de Eddie, de Minnelli, esa sí, buena). Aunque los actores funcionen, las buenas comedidas deben tener arquitectura y lo que en la jerga se llama tempo. Hiller navega por un mar de diálogos sin punch, mide mal las escenas, planifica sin rumbo y acaba por donde no debe acabar nunca una comedia: por aburrir.

Tampoco Jesús Franco, uno de nuestros más prolíficos realizadores, por quien han transitado a través de los años todos los géneros, hasta especializarse los últimos lustros en el erotismo y la pornografia, tampoco él, decíamos, sabe llevar con gracia la adaptación de una novela de Julio Verne. Se trata de un producto destinado al público joven, que en cualquier caso, al tener el mar por escenario, posee ya una impronta de placer visual. Por lo demás, Un capitán de quince años está tan lejos de los clásicos de aventuras que ni siquiera nos contenta con un happy end.

Prométele cualquier cosa se emite por TVE-2 a las 22.35. Un capitán de quince años se emite hoy por TVE-2 a las 17.30.

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