Crítica:CINE EN TELEVISIÓN

Se le ve el plumero al hito histórico

West Side story fue un hito en el musical y es hoy un hito histórico del cine. Nadie le va a quitar, pues, esos, bien merecidos podios: el que pega fuerte en su momento y el que perdura. Pero las cosas, con la misma perspectiva del tiempo, se pueden matizar. Hay que matizarlas. Y la verdad es que, artística y humanamente, el West Side story de 1961 empalidece hoy ante otras cumbres del mismo género de mucha más rancia cosecha. Empalidece ante Un día en Nueva York, ante Melodías de Broadway 1955, ante ...

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West Side story fue un hito en el musical y es hoy un hito histórico del cine. Nadie le va a quitar, pues, esos, bien merecidos podios: el que pega fuerte en su momento y el que perdura. Pero las cosas, con la misma perspectiva del tiempo, se pueden matizar. Hay que matizarlas. Y la verdad es que, artística y humanamente, el West Side story de 1961 empalidece hoy ante otras cumbres del mismo género de mucha más rancia cosecha. Empalidece ante Un día en Nueva York, ante Melodías de Broadway 1955, ante Cantando bajo la lluvia y ante Siete novias para siete hermanos. Y hasta ante otras que no sean de Minnelli o Donen y Kelly.¿Por qué empalidece tanto? Pues porque West Side story basa todo su potencial en un espíritu de ruptura e innovación genéricas que sientan muy bien en un momento dado pero que, as time goes by, cuando la ruptura ya se ha asumido y la innovación ya no es tal, pierde fuerza y sale a flote la verdad que todo tribunal reconocería. La verdad es que algunos números se gozan y se gozaran siempre enormemente, como el espléndido arranque aéreo del destartalado barrio y sus posteriores danzas entre los Jets y los Sharks, o como los títulos de créditos finales de Saul Bass; pero, por contra, esa historia romántica que pone en escena los efluvios del Romeo y Julieta shakespeariano se ven con ojos de hay bajo los más trillados pinceles de la fotonovela rosa, encantadora a veces, sí, pero excesivamente estirada a casi tres horas y por momentos plúmbea, la verdad.

Muy bien, pues, por la coreografía de Jerome Robbins, febril y moderna, pero pasado. de rosca Robert Wise, gran director del cine norteamericano a quien este musical le vino ancho y se le fue de las manos. Con todo, ya se ha dicho, un hito histórico: merece sus reverencias.

Viaje a China

Un viaje de Isaac Stern por la República Popular China, donde ofreció varias actuaciones, sirvió en 1979 de material de base para una película documental, De Mao a Mozart (cuyo subtítulo Isaac Stern en China no juega precisamente la metáfora).Un documental insólito que habría de ganar la temporada siguiente el oscar al mejor documental (obsérvese, ya que en ellos estamos, la discriminación de la Academia por este género tan noble: ¿por qué no dar un oscar al mejor western?).

Sin pretender castigar al personal con excesivos discursos ideológicos, Murray Lerner, el director, deja en primer término la figura carismática de Stern para que sea éste quien vaya, desgranando las incidencias del itinerario -rodado con una simplicidad que da gustoy exprese su propia -visión del mundo y de las cosas.

Muy de agradecer son las continuas notas de humor que, ya sea a través de la música, sobre la política (ahí sí pueden verse intenciones demasiado claras en Lerner) o sobre la propia geografía china, nos transmiten el violinista, el cineasta, y quienes pasaban por ahí. De Mao a Mozart tiene también virtud sintetizadora: dura 80 minutos. Ochenta minutos muy llenos de cosas agradables.

Sólo cuatro de más hay en los también muy agradables minutos de Una tarde en el circo, nuestra ración marxiana para este abril. Dirigida por Edward Buzzell en 1939 y perteneciente a la etapa de Metro, esta película tiene momentos francamente inolvidables, como el diálogo, en los primeros metros de la película, entre Groucho y Chico para poder acceder al vagón de tren. Como las siempre desternillantes verborreas de Groucho frente a los buenos modales de la alta sociedad que encarna Margaret Dumont.

O como el mismo Grouchobala de cañón. Hay, pues, como siempre en los Marx, disparate de buena ley y entretenimiento seguro.

West Side story se emite el viernes a las 22.40 por TVE-1. Una tarde en el circo se emite el sábado a las 16.05 por TVE-1. De Mao a Mozart se emite a la una de la madrugada del domingo por TVE-1.

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