Andrinúa asombró de nuevo

SANTIAGO SEGUROLA Como en los tiempos heroicos, San Mamés rebosaba barro y agua. Algunos viejos aficionados afrontaron la granizada y se acercaron al estadio. Era la noche propicia para que los fantasmas de Belauste y Cilaurren se encarnaran nuevamente de rojo y blanco. Ninguno de los dos se apareció con sus pantalonazos y el pañuelo anudado en la nuca. Sin embargo, los severos fuelles de la tribuna no se lamentaron. Un central elegante, duro y carismático se dispone a ganarse un hueco en el gotha bilbaíno: Andrinúa asombró una vez más.

Los murmullos de admiración se levantan en ...

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SANTIAGO SEGUROLA Como en los tiempos heroicos, San Mamés rebosaba barro y agua. Algunos viejos aficionados afrontaron la granizada y se acercaron al estadio. Era la noche propicia para que los fantasmas de Belauste y Cilaurren se encarnaran nuevamente de rojo y blanco. Ninguno de los dos se apareció con sus pantalonazos y el pañuelo anudado en la nuca. Sin embargo, los severos fuelles de la tribuna no se lamentaron. Un central elegante, duro y carismático se dispone a ganarse un hueco en el gotha bilbaíno: Andrinúa asombró una vez más.

Los murmullos de admiración se levantan en las gradas cada vez que Gena Andrinúa recoge el cuero. Unos alaban su porte de atleta; otros aplauden sus maneras aristocráticas; todos admiran su potencia y eficacia. En el pálpito de la hinchada está que Andrinúa hará historia en el Athlétic. Sólo hace falta que marque goles para que un hilillo de baba recorra la comisura de los aficionados. Anoche fueron dos.

Dos remates impecables de Andrinúa y un tiro a quemarropa de Sarriugarte restaron exigencia a un partido que se presumía de enorme desgaste. En un fangal y con un balón pesado como un pedrusco, los dos equipos dieron por terminado el partido una vez pasada la media hora, justo cuando Andrinúa giró la testa para marcar el tercer gol. El Athlétie cedió terreno a Osasuna, que dominó sin fe.

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