Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA

Cualquier tiempo pasado...

Aquella generación dejó definitivamente de colgar un crucifijo sobre la cabecera de la cama para sustituirlos por posters de Che Guevara o Bob Dylan. La cama, ya puestos, empezó a ser usada sin complejos ni alquileres para fines gustosamente antisacramentales. Los padres seguían, con creces, haciendo cruces. Al centinela le quedaba sólo un par de suspiros.Esa España en riguroso presente fue objeto de varios disparos certeros que el arte cinematográfico perpetró consiguiendo luz verde de censura, que ya era difícil. En clave criptica, como todo el cine de Saura de aquel momento, o en otr...

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Aquella generación dejó definitivamente de colgar un crucifijo sobre la cabecera de la cama para sustituirlos por posters de Che Guevara o Bob Dylan. La cama, ya puestos, empezó a ser usada sin complejos ni alquileres para fines gustosamente antisacramentales. Los padres seguían, con creces, haciendo cruces. Al centinela le quedaba sólo un par de suspiros.Esa España en riguroso presente fue objeto de varios disparos certeros que el arte cinematográfico perpetró consiguiendo luz verde de censura, que ya era difícil. En clave criptica, como todo el cine de Saura de aquel momento, o en otras claves. La esperpéntica, por ejemplo, de José Luis García Sánchez. El love feroz y su casi secuela Colorín colorado serían, son, en este sentido, ejemplos notables de un cine testimonial realizado en serio aunque su membrana sea de descacharrante comicidad.

De hecho, el cine de García Sánchez no ha dejado de correr por el mismo canal: Las truchas, Dolores, La corte de faraón, la reciente Hay que deshacer la casa... todas son crónicas de la historia de España, fascículos coleccionables que, riéndose de ella, trazan una línea veraz de la sociedad de la transición.

La actualidad que marcó El love feroz, al tocarnos entonces tan de lleno en nuestras penas diarias, aparece hoy pasablemente envejecida y ni lo que se nos cuenta tendrá valor informativo ni su posible sustrato evocativo generará nostalgias por un pasado que no fue precisamente el deseado.

Pero la solidez del producto, sus valores cinematográficos más que los sociológicos, son intachables. El love feroz es una comedia ácida, excelentemente construida y, tanto muy a tener en cuenta en los tiempos que corren, meticulosamente sintética: con hora y 20 minutos, García Sánchez pinta una época a la perfección y establece un discurso lúcido y crítico. Todo ello admirablemente apoyado por un equipo de actores de primera fila, los mismos que durante tanto tiempo hicieran la comedia, por así decirlo, oficial, donde quedaban, casi siempre reducidos por la poca capacidad del realizador de turno. Aquí, gracias a la buena labor de García Sánchez, destacan todos como comediantes natos. Los más relevantes, José Sazatornil Saza y Mari Carrillo como los padres ancien régime y Concha Velasco en un papel menor pero suculento. Quien más quien menos tiene en esta película en quien reconocerse. Y una respuesta sobre si cualquier tiempo pasado fue mejor.

El love feroz se emite hoy a las 22.30 por TVE-1.

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