COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOLCOPA DE LA UEFA

El Atlético, ni de penalti ni contra 10

Llorente encarnó anoche el primer gran defecto del Atlético: precipitación. Da Silva, Uralde y Marina acumularon méritos para llevarse el segundo premio, el de incapacidad ante el marco contrario, aunque en el minuto 65 el uruguayo se hizo con todos los números al estrellar en Jesús un penalti lanzado con precisión suiza contra el único bulto que tenía enfrente. Y Setién fue durante los largos 58 minutos que Miera tuvo la paciencia de tenerle en el campo la viva estampa de lo que representa actualmente el equipo rojiblanco: la falta de fe en lo que hace. El Atlético, por tanto, cayó eliminado ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Llorente encarnó anoche el primer gran defecto del Atlético: precipitación. Da Silva, Uralde y Marina acumularon méritos para llevarse el segundo premio, el de incapacidad ante el marco contrario, aunque en el minuto 65 el uruguayo se hizo con todos los números al estrellar en Jesús un penalti lanzado con precisión suiza contra el único bulto que tenía enfrente. Y Setién fue durante los largos 58 minutos que Miera tuvo la paciencia de tenerle en el campo la viva estampa de lo que representa actualmente el equipo rojiblanco: la falta de fe en lo que hace. El Atlético, por tanto, cayó eliminado ante el Vitoria, un equipo portugués que tuvo la virtud de sobrellevar bien la incapacidad de su rival. Algunos se acordaron del arbitraje de Guimaraes, pero nadie debe echarle la culpa de lo de anoche a un galés apellidado Bridges.El gol final de Da Silva sólo sirvió para acrecentar la sensación de impotencia que dejó ver el Atlético, que perdió casi todas sus bazas en el primer tiempo al desperdiciar no menos de cinco ocasiones claras ante Jesús, un portero que sale al campo con un muñeco de peluche que coloca con mimo dentro de su portería. Vicente Miera, que olvidó ayer sustituir en el minuto cinco al irreconocible Setién, simplemente con el sano objetivo de no dar un minuto más de ventaja al contrario, probablemente tampoco recordó al final pedirle a Jesús su peluche. Desde el mismo momento en que el belga Constantin señaló el final del partido, Miera comenzó a necesitar también una mascota tan rentable como la de Jesús. Porque ya hay apuestas en el club a favor de otro Jesús, Martínez Jayo, el eterno segundo del banquillo rojiblanco.

Nadie puede decir que Miera no alinease ayer un equipo claramente ofensivo y tampoco que los jugadores del Atlético no lo intentasen todo, pero casi siempre de forma atropellada. En los primeros 45 minutos Uralde lanzó al palo, Marina tiró alto un balón que se encontró solo frente al portero y a botepronto, Arteche cabeceó ajustado al poste en el que descansaba la mascota del portero portugués y éste acertó a meter una mano en última instancia y Jesús, qué noche, detuvo otros dos remates de Landáburu y Uralde.

En los segundos 45 minutos todos siguieron buscando dos goles y hasta Miera lo intentó también, esta vez desde el foso. Retiró, por fin, a Setién y dio entrada a Rubio para forzar sus caídas en el área. Rubio se cayó, pero Miera no tiró el pe nalti. Craso error que los auto res de una pancarta de tribuna -"Miera, si pierdes hoy irás al paredón por madridista y por fallón"- no van a perdonarle.

Y se buscaron más fórmulas. Por ejemplo, Arteche dejó tira do en el césped a Nascimento y algún compañero inmediata mente después a Nené. Los dos portugueses tuvieron que reti rarse en camilla en un minuto el que fue del 55 al 56. Aquello, pese a que el Atlético actuaba descoordinado, quería oler a gesta heróica y el tufillo le llegó al mismísimo árbitro, que cambió el color amarillo por el rojo cuando le enseñó la tarjeta de expulsión a Carvalho por una entrada a Llorente. Pero ni con 10 enfrente fue capaz el Atlético de marcar dos goles -sí pudo sentenciar Adao, que se plantó en solitario ante Elduayen, pero el meta vasco le arrebató el balón en una espléndida salida-, porque Marinho, el técnico brasileño que, en su momento, jugó en el Barcelona, reaccionó con agilidad mental y ordenó a su jugador más rápido, Roldao, un delantero, que taponase desde entonces al sobrino de Gento.

A Marinho alguien le preguntó antes del partido cómo iba a conseguir frenar a Llorente. "Si tuviera un revólver", respondió con ironía", lo tendría claro". Llorente se quedó ayer en alocadas carreras juveniles sin encontrar el balón. El sobrino de Gento quiso desenfundar ayer otra vez el más rápido, tanto que lo hizo casi siempre cuando aún no había colocado su revólver en la funda.

Archivado En