Jozef Goldblat

Un intelectual optimista que dedica su vida a la construcción de la paz

Tiempo, experiencia, sabiduría y dinero son las bases sobre las que Jozef Goldblat, un sueco de origen polaco que dirige el programa sobre no proliferación nuclear y desarme del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), construye poco a poco el edificio de la paz. Supervisor de armisticios, asistente del secretario general de la ONU, conferenciante, articulista y autor de numerosas obras, Goldblat ha dedicado 26 años de su vida a la lucha por la paz. Este intelectual sueco ha participado en los Cursos de Derecho Internacional de Vitoria.

La mayor satisfa...

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Tiempo, experiencia, sabiduría y dinero son las bases sobre las que Jozef Goldblat, un sueco de origen polaco que dirige el programa sobre no proliferación nuclear y desarme del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), construye poco a poco el edificio de la paz. Supervisor de armisticios, asistente del secretario general de la ONU, conferenciante, articulista y autor de numerosas obras, Goldblat ha dedicado 26 años de su vida a la lucha por la paz. Este intelectual sueco ha participado en los Cursos de Derecho Internacional de Vitoria.

La mayor satisfacción de este investigador, que ha supervisado los armisticios de Corea y Vietnam, es que los análisis aportados por el instituto al que pertenece son usados habitualmente durante negociaciones sobre desarme por los delegados de diversos países. "Esto es lo máximo a que puede aspirar un instituto neutral e independiente".Aunque el SIPRI, creado hace 20 años, no es una institución gubernamental, su eficacia puede medirse a través de la influencia en el curso de las negociaciones en favor de la paz. Jozef Goldblat estima que el peso específico del instituto se traduce a través de las instituciones sobre la actualidad del sector militar a los países que más las necesitan, los pequeños, y en las comunicaciones públicas al mundo.

El SIPRI controla en la actualidad un 85% de la información "sobre lo que pasa" y confía en obtener cada día más datos de los países del Este. "Tenemos un poco de literatura del Este sobre estos temas, pero no se puede comparar con lo que se publica en Estados Unidos. Esperamos obtener cada día más de este área porque creemos que algo está cambiando en la Unión Soviética y en otros países del Este".

Goldblat, un hombre risueño a pesar de los escasos datos positivos que se pueden extraer de la información que almacena, opina que no es ni justo ni democrático que la supervivencia del mundo dependa de pocos, y no alberga grandes esperanzas de que las cosas cambien mientras la carrera armamentista siga y los arsenales rebosen de mortíferos ingenios.

Defensor de la ONU, Goldblat destaca que pocas veces se publica lo que de bueno ha desarrollado la heredera de la Sociedad de Naciones. "Las cosas buenas no son noticia", filosofa. El papel moderador de la ONU en la crisis de Cuba fue, a juicio del intelectual sueco, importante para evitar el estallido de una guerra. La continuación del conflicto del golfo, que enfrenta a Irán e Irak, es una muestra justo de lo contrario, de la poca eficacia de la actuación de la ONU.

El doctor sueco, la única personalidad extranjera que ha participado como profesor en los Cursos de Derecho Internacional de Vitoria, sigue confiando en el papel de la ONU y cree que, aunque la situación actual no propicie ni alegrías ni optimismos, la ONU debe aprovechar la crisis en la que está sumida para renacer de sus cenizas y, como ave fénix, obtener aquellos objetivos para los que fue diseñada.

En un castellano casi perfecto, Jozef Goldblat, envuelto a lo largo de su prolija y pacífica vida en las negociaciones sobre el desarme en Ginebra y Nueva York, concluye su análisis con una verdad que espeluzna: "Mientras los arsenales estén llenos, no podremos dormir tranquilos. Lo siento".

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