MUNDOBASKET 86GRUPO II

Yugoslavia se exhibió y arrolló a Italia

Cuando los jugadores de la selección yugoslava fueron presentados al público antes del partido ante Italia, los abucheos fueron ensordecedores. Una hora y media más tarde, cuando se despidieron, recibieron una gran ovación. Entre los abucheos y la ovación se produjo una espectacular exhibición de baloncesto.Italia, un equipo envejecido que necesita una urgente renovación, fracasó en todos sus intentos por frenar a Yugoslavia. En el equipo que dirige el espigado Cosic todo funcionó perfectamente. Cualquier defensa italiana fue destrozada rápidamente por los yugoslavos al utilizar unas veces a s...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Cuando los jugadores de la selección yugoslava fueron presentados al público antes del partido ante Italia, los abucheos fueron ensordecedores. Una hora y media más tarde, cuando se despidieron, recibieron una gran ovación. Entre los abucheos y la ovación se produjo una espectacular exhibición de baloncesto.Italia, un equipo envejecido que necesita una urgente renovación, fracasó en todos sus intentos por frenar a Yugoslavia. En el equipo que dirige el espigado Cosic todo funcionó perfectamente. Cualquier defensa italiana fue destrozada rápidamente por los yugoslavos al utilizar unas veces a sus pívots y otras a sus lanzadores.

La escapada real en el marcador, sin embargo, no sucedió hasta el minuto 13 de la primera parte, cuando Yugoslavia pasó de un 30-38 a un 32-50. En tres minutos, Yugoslavia logró un parcial de 12-2. Con Drazen Petrovic dedicándose más que nunca al juego colectivo, Dalipagic encestándolo todo y Radovanovic amargando a los pívots italianos, el partido pasó a ser una exhibición yugoslava. Pero exhibición con disciplina, porque, pese a ganar por 20 puntos, cuando el pívot Arapovic cometió una frivolidad, un lanzamiento fuera de la zona, fue inmediatamente castigado por Cosic a sentarse en el banquillo.

Italia se despidió de esta triste forma de la posibilidad de lograr una medalla y con el sabor amargo de la impotencia. Marzorati fue incapaz de armar el juego de su equipo; Sacchetti, que estaba destinado a frenar a Drazen Petrovic, se encontró con que el yugoslavo se dedicó a jugar para el equipo y, por una vez, se olvidó de su exacerbado individualismo; Riva tuvo un día malo, y Magnifico fue incapaz de doblegar al veterano Radovanovic.

Todo eso sucedió antes de que Yugoslavia, por primera vez en Oviedo, fuese ovacionada. Hasta un reducidísimo grupo de aficionados se atrevió a corear el nombre de Petrovic. Pero para el resto del público eso fue demasiado.

Sobre la firma

Archivado En