Tribuna:LA ELIPSE

24 martes

Lo más urgente es rechazar las insinuaciones de bahamondismo deslizadas contra Felipe González. Y, una vez rechazadas, examinar lo que de bahamondismo pudiera haber en ello. Uno cree que si hay bahamondismo en la actual situación, lo hay más en el pueblo que en el presidente. El español es criatura histórica anarquista e inercial, saltatumbas y conservador. El español, en fin, es Pitita Ridruejo, con quien cené anoche (ahora ando enamorado de su hija de 13 años). Las hijas de las madres que amó tanto Campoamor. Quiere decirse, en fin, que después de todas las ordalías políticas, elector...

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Lo más urgente es rechazar las insinuaciones de bahamondismo deslizadas contra Felipe González. Y, una vez rechazadas, examinar lo que de bahamondismo pudiera haber en ello. Uno cree que si hay bahamondismo en la actual situación, lo hay más en el pueblo que en el presidente. El español es criatura histórica anarquista e inercial, saltatumbas y conservador. El español, en fin, es Pitita Ridruejo, con quien cené anoche (ahora ando enamorado de su hija de 13 años). Las hijas de las madres que amó tanto Campoamor. Quiere decirse, en fin, que después de todas las ordalías políticas, electorales y cívicas, después de todas las movidas, el pueblo español, como el francés, se lo piensa mejor y vota continuismo, paternalismo, presidencialismo, áurea mediocridad y cafelito a las once. Virgen de bahamondismo (lo del Azor tuvo hasta gracia), quien otorga ese carácter de hombre providencial, de padre putativo, de reinona benéfica, a FG, es el pueblo español. Y no sólo por inercia cuarentañista, sino porque, en el fondo, passamos mucho. Franco ha habido siempre. En Felipe II, en Fernando VII, en Joaquín Costa, en el general Primo ya había Franco. Incluso con Franco hubo franquismo espontáneo. Los pueblos son huérfanos y viven a la búsqueda del padre. El principio freudiano asoma dentro de la democracia y lo diagnosticó Ortega: "Democracia es el sistema que nos permite vacar a nuestros asuntos, dejando la política a los profesionales". Más o menos, decía el maestro. Tras los años vibrantes del cambio, la transición, la ruptura y la reforma, el personal se ha asentado mucho y ha encontrado su hombre en ese cruce de Isabel II socialista y Willy Brandt moderado que es FG.

26 jueves

Butragueño. Dijo Marcuse que el hombre se reconoce en sus objetos. El hombre unidimensional, claro. La gente se reconoce en sus líderes y en sus goleadores. Hay que aprender a convertirse en el reverso de la gente, o convertir a la gente en el propio reverso para llegar a González. Hay que ser la mitad luminosa de la otra mitad en sombra. El pueblo es soberano por delegación. Butragueño es héroe nacional porque toda una nación sentada en el graderío se reconoce en él. Si a FG le viene el bahamondismo de un pueblo en orfandad, como todos los pueblos, a Butragueño (hombre sencillo y humilde, que siempre agradece sus goles a otro) le viene la épica y la lírica de que es la señal de identidad de una masa, el hombre/pictograma de los españoles de ahora mismo, la flecha indicativa: "Ese somos, así somos, en esa dirección vamos", se dicen todos, interiormente, en el cuarto de hora de reflexión del bocata empresarial o ministerial o andamíaL. Butragueño sería menos España si fuese un jugador frío, un ajedrecista del fútbol. Y claro que es un ajedrecista, pero el ajedrecista va por dentro, revestido de tríceps y furia española. Cruce de buitre y de genio, según algunos cronistas. Apostilla a Marcuse: el español se reconoce siempre en otro español. Es como si los Mundiales de Méjico se hubieran hecho sólo para eso: para revalidar a Butragueño frente al mundo y, sobre todo, frente a sus compatriotas. Ya nada importa la descalificación del equipo. Butragueño es como un carnet de identidad colectivo que los españoles podemos exhibir ante otros españoles, y en cuya casilla de profesión pone goleador. Es lo que más ha gustado, asimismo, de la victoria de FG: la goleada.

27 viernes

Fernando Poblet: Tú serás Baudelaire. La novela familiar de este gran periodista. El poema en prosa -¿quién no lo ha hecho?- de la infancia y la provincia.

29 domingo

El conflicto surgió el jueves y puede que hoy, domingo, se haya resuelto. O sea, que el señor Roca, el más europeo de los candidatos en la reciente movida, no ha pagado a los cartelistas que aforraron Madrid con su imagen de calvo optimista que ofrece algo para recuperar el pelo. Los más europeos, como siempre, son los que ponen la nota tercermundista. La deuda estaba en tres kilos. Unos 38 trabajadores han montado el cirio. "Dados los resultados, es lógico que se produzcan este tipo de problemas", dice un responsable del partido de Roca, o lo que fuere. Se refiere, en singular, a un tipo de problemas, pero utiliza el verbo en plural: produzcan. Nos lo temíamos. Otra manera de hacer España, otra manera de hacer la gramática, otra manera de engañar a la gente. Desvencijar la sintaxis y no pagar al personal. Otra manera, otro estilo, otra cosa. Los partidos de amplia base tienen cartelistas espontáneos, y tienen estrellas, vedettes y compañeros de viaje que pegan el primer cartel para la Prensa y la tele. Los partidos que, sencillamente, no existen, han de contratar una juventud errante, un entusiasmo a tanto la hora, y luego no pagan el tanto, o tardan en pagarlo. Chicos y chicas de cuadros, o de blanco, que es la moda de este verano. La imagen del florentino Roca no ha quedado muy europea. Su sueño centralista de la ciudad/Estado se hunde en la indiferencia y las deudas, como Venecia en el mar. Va siendo usted un anónimo veneciano, señor Roca, pero sin Venecia.

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