Crítica:

El hechizo marroquí

Marlene Dietrich va a subir hoy muchos enteros en fascinación, una vez desenlatado el ciclo la semana pasada con El Ángel Azul. Porque siendo como es El Ángel Azul una obra espléndida, está lejos de ser la mejor de cuantas hiciera bajo la dirección suave, delicada, de Josef von Sternberg: Marruecos la supera y la superan aún más El expreso de Shanghai, Capricho imperial y esa inclasificable comedia inédita The devil is a woman, que tiene a España de telón de fondo, una España de cartón piedra y mucho salero que no gustó nada a nuestros oficiantes de la época,...

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Marlene Dietrich va a subir hoy muchos enteros en fascinación, una vez desenlatado el ciclo la semana pasada con El Ángel Azul. Porque siendo como es El Ángel Azul una obra espléndida, está lejos de ser la mejor de cuantas hiciera bajo la dirección suave, delicada, de Josef von Sternberg: Marruecos la supera y la superan aún más El expreso de Shanghai, Capricho imperial y esa inclasificable comedia inédita The devil is a woman, que tiene a España de telón de fondo, una España de cartón piedra y mucho salero que no gustó nada a nuestros oficiantes de la época, sin tener en cuenta que tampoco Marruecos, China o Rusia salían mejor paradas del decorado fumigador.Marruecos es la puerta grande por donde entra la Dietrich en la industria norteamericana tras el éxito internacional de El Ángel Ázul. En esta película, Stenberg, sin prescindir de él -nunca lo hará-, desbanca su raíz expresionista para incrementar al barroquismo y un aire romántico, quizá desmesurado para algunos, pero sin lugar a dudas torrencial y bellísimo.

Marruecos es una historia de amor, naturalmente. Una historia de amor llevada hasta sus últimas consecuencias, esto es, afrontándolo sin miedo ni rubor: Amy Jolly, nuestra, protagonista, se debate acompañada de las brumas de un Marruecos falso como el de Casablanca entre el amor seguro y apoltronado de Adolphe Menjou, un seductor de mucho cuidado, y el de un legionario vital, aventurero y, además, con la silueta de Gary Cooper. La ruleta de la vida, el destino, se decide en un momento óptimo de la obra: un collar que cae desperado. Y al final, en una de las secuencias más bellas del cine de Sternberg -del cine todo-, la protagonista acepta ese destino y descalza se interna en el desierto, bajo un arco que no puede ser sino el símbolo de un corazón, a vivir la aventura del amor, la aventura de la vida, la aventura del cine.

Hasta llegar ahí Sternberg ha cruzado todos los paraísos posibles; ha cruzado el sendero de lo cursi para ir más allá, sin detenerse a reconciliarse con las convenciones o los puritanismos: en una de sus actuaciones en el tugurio de mala muerte donde actúa, Marlene, de frac, besa a una espectadora. Y ahí hay quien ha querido ver la ambigúedad sobre el sexo de la actriz y el realizador, pero en cualquier caso, al margen de toda posible lectura, Marruecos es un magnífico ejemplar de amor fou, exótico y voluntariamente desmesurado.

Marruecos se emite hoy a las 22.10 por TVE2.

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