Carlos Gómez Cano

Una vida dedicada a convertir en un arte la construcción de carrozas

Carlos Gómez Cano, de 67 años, se ha pasado más de dos tercios de su vida emulando a Vulcano: construye figuras a las que, a diferencia del dios mitológico, no puede darles vida, aunque sí sirven para animar las fiestas de las ciudades en las que se exhiben sus carrozas. Recientemente ha recibido un homenaje en forma de tres exposiciones que, bajo el título Arte sobre ruedas, resumían los años de trabajo de este maestro carrocista, que ha sabido convertir un desfile en una creación artística.

Carlos Gómez afirma que, a pesar de su edad y sus enfermedades, no dejará de trabajar "hasta qu...

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Carlos Gómez Cano, de 67 años, se ha pasado más de dos tercios de su vida emulando a Vulcano: construye figuras a las que, a diferencia del dios mitológico, no puede darles vida, aunque sí sirven para animar las fiestas de las ciudades en las que se exhiben sus carrozas. Recientemente ha recibido un homenaje en forma de tres exposiciones que, bajo el título Arte sobre ruedas, resumían los años de trabajo de este maestro carrocista, que ha sabido convertir un desfile en una creación artística.

Carlos Gómez afirma que, a pesar de su edad y sus enfermedades, no dejará de trabajar "hasta que perciba mi pensión como teniente del Ejército republicano, porque como artista no he cotizado nunca a la Seguridad Social". Figura en la guía de artesanía de Murcia como "maestro de maestros y conocedor mejor que nadie de este ilustre oficio".Desde su infancia Carlos Gómez Cano ha estado vinculado al mundo del arte. Después de, aprenderse la enciclopedia ciclopedagógica de Dalmau de la primera ala última página -"todo lo que sé me lo enseñaron con ella", dice- pasó a aprender dibujo en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. De allí, a la Escuela de Arte y Oficios para asistir a las clases de modelado. Pero a los si ete años ya trabajaba en el taller de pintura de su padre y recuerda que no lo dejaron ir a estudiar al Círculo de Bellas Artes "porque los modelos vivos eran mujeres desnudas y yo era muy pequeño".

Su afición y devoción por la pintura hizo que trabajara como topógrafo durante la guerra civil, de la que consiguió salir vivo a pesar de haber estado recluido en varios campos de concentración; consiguió escapar de uno de ellos en Francia y, por eso, afirma: "A los franceses que les vayan dando garrote. No nos han querido antes y tampoco lo van a hacer ahora, aunque estemos en el Mercado Común". Pero la contienda también le dio trabajo, ya que una vez terminada y de nuevo en España, fue reclamado para restaurar palacetes y casinos.

Sus manos han dado a luz miles de carrozas que con los motivos más diversos han alegrado las calles de numerosas ciudades y pueblos de España. Pero no sólo se ha dedicado al arte sobre ruedas; también es pintor y hasta ha realizado decorados de películas e ilustrado las grandes carteJeras de cine: el rostro de Esther Williams anunciando Escuela de sirenas, Gregory Peck y Jane Wayman en El despertar. Tarzán y otros personajes del celuloide también pasaron por sus manos.

De aspecto bohemio, con una larga melena cana y acompañado de su bastón, Carlos Gómez podría parecer un personaje de cuento. "Como buen comunista no soy creyente, pero tampoco agnóstico; pero también, como buen español, tengo que decir que estaré en pie los años que Dios quiera", afirma.

En su taller han trabajado muchos jóvenes, que nacieron al mundo de las artes ayudándole a modelar y decorar las carrozas. Con el homenaje que hace poco se le tributó se pretendía reivindicar el oficio de carrocista, que puede convertir un desfile en una creación artística. Para Carlos Gómez, "ahora se desprecia el arte y se considera más importante que haya sitio para todos en la carroza".

Palas Atenea, Minotauro y toda la nómina mitológica permanecen quietos en su taller hasta que llega el momento de salir a la calle. Pero antes de dar los últimos toques, la carroza ha sufrido el milagro de la transformación: una simple plataforma se ha convertido en pedestal para dioses o en cualquier otro escenario que pida la imaginación.

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