Crítica:El cine en la pequeña pantalla

Una aguda disección de la burguesía

Reciente el pase de Nunca pasa nada; no muy lejano el de Esa pareja feliz, y a la espera de ver, la semana que viene en La noche del cine español, su estupenda película Cómicos, la proyección de Los inocentes esta noche, en el espacio Sesión de noche de TVE- 1, pone a Juan Antonio Bardem definitivamente de actualidad. Casi habría que hablar de ciclo Bardem. O de macrociclo, ya que la emisión de una sola película, Alicia en las ciudades, fue presentada a bombo y platillo por TVE dentro de un irónicamente llamado ciclo Wenders.En cualquier caso, v...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Reciente el pase de Nunca pasa nada; no muy lejano el de Esa pareja feliz, y a la espera de ver, la semana que viene en La noche del cine español, su estupenda película Cómicos, la proyección de Los inocentes esta noche, en el espacio Sesión de noche de TVE- 1, pone a Juan Antonio Bardem definitivamente de actualidad. Casi habría que hablar de ciclo Bardem. O de macrociclo, ya que la emisión de una sola película, Alicia en las ciudades, fue presentada a bombo y platillo por TVE dentro de un irónicamente llamado ciclo Wenders.En cualquier caso, volver a Bardem, hoy, es poco menos que una necesidad. Al margen de La advertencia, que estrenó Televisión Española hace algún tiempo, y de su episodio para La huella del crimen, a Bardem parece que le hemos perdido la pista últimamente. Aunque, la verdad es posible que el propio Juan Antonio Bardem tenga parte de culpa: La isla misteriosa, La corrupción de Chris Miller o El poder del deseo, entre otras, decepcionaron a buena parte de sus seguidores con la pérdida de una línea rígida de planteamientos y resoluciones.

Los inocentes, realizada en Argentina en 1962, un año antes de Nunca pasa nada -cuyo pase televisivo hace escasos días demostró un filme espléndido, muy vivo-, es uno de los últimos títulos de esa línea férrea y personal. Una película donde la psicología de los personajes se halla expuesta en primer término, a cara descubierta, exteriorizando una retahíla despiadada de miserias humanas. Una aguda disección de la burguesía, de la capacidad corruptora de ese poderoso caballero que todos conocemos y adoramos, de la hipocresía, las envidias y las obsesiones -la de la abuela por los horóscopos, por ejemplo- que corroen comunidades.

Inteligencia y perspicacia

Buenos Aires es el blanco de los dardos que con tan certera puntería lanza Bardem, pero Buenos Aires, lógicamente, es sólo el espejo algo deformado para recibir con mayor impacto la dura crítica donde se miran todas las sociedades. Y, por supuesto, la familia protagonista no es sino un mero espectro resumen y ejemplo de miles.La narración de Bardem es limpia y sencilla. Evidencia, más que un oficio notable, inteligencia y perspicacia. La inteligencia y perspicacia de un cineasta que sabe trazar los rasgos de sus criaturas sin necesidad de mayores florituras que las que nacen de una sesgada mirada a los mismos. El arranque de la película, en este sentido, es ejemplar. Un recorrido por la superficie nos basta para penetrar en un ambiente denso, humanamente reconocible y asequible.

Los triunfos de la obra siguen en una buena dirección de actores (Alfredo Alcón, Paloma Valdés, Enrique Fava, Lía Casanova, Eduardo Muñoz y Fernanda Mistral, entre otros) y una resolución técnica sin fallos. A casi 25 años vista, Los inocentes, difícilmente habrá perdido su virulencia interna. Aunque todo es posible.

Los inocentes se emite hoy, a las 21.45 horas, por TVE-1.

Archivado En