Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA

'Paris, mon amour'

Nos estamos quedando sin Audrey a velocidades escalofriantes. Un par de títulos más y a otra cosa mariposa. La pasada semana tuvimos la suerte de ver una de sus cúspides, My fair lady, realizada en 1964. No se sabe a ciencia cierta el porqué, pero el caso es que hoy, contra las más elementales leyes de la cronología, el ciclo da un salto atrás y nos presenta un filme realizado el año anterior, Encuentro en París, de Richard Quine.My fair lady fue un agradable repaso a un filme que ya se emitió, en versión original y doblada con motivo de unas navidades televisivas. Este ...

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Nos estamos quedando sin Audrey a velocidades escalofriantes. Un par de títulos más y a otra cosa mariposa. La pasada semana tuvimos la suerte de ver una de sus cúspides, My fair lady, realizada en 1964. No se sabe a ciencia cierta el porqué, pero el caso es que hoy, contra las más elementales leyes de la cronología, el ciclo da un salto atrás y nos presenta un filme realizado el año anterior, Encuentro en París, de Richard Quine.My fair lady fue un agradable repaso a un filme que ya se emitió, en versión original y doblada con motivo de unas navidades televisivas. Este Pigmalión canoro fue una plataforma de lucimiento de la actriz, que mostró su capacidad para convencer tanto como monja que como florista.

Encuentro en París se emite hoy, a las 22

30, por TVE-1.

Encuentro en París es uno de los más sonados fracasos en la carrera de la actriz. No se entiende. Tiene a su favor todo lo que por aquellas fechas era habitual en su cine. Un aspecto elegante en su formas, con colores vivos, irreales y dulces. Un vestuario ad hoc, nuevamente de Givenchy y nuevamente al servicio del encanto que para el ciñe americano y para cualquier persona sensata tiene París. Una historia sentimental, romántica con acento humorístico y un leve tono musical, volátil.

Y un guión excelente, muy bien escrito por George Axelrod, el mismo artífice de Desayuno con diamantes, un gran dialoguista, sin duda.

Comedia

Y, pese a toda lógica, el filme no funcionó. Su rodaje fue todo un poema. William Holden, el partenaire de Audrey en Encuentro en París, alegró la existencia de la revistas del corazón con un brote de idilio real con la actriz Holden tenía la costumbre de llegar con retraso a los rodajes con unas tremendas resacas, frutos naturales de las delicias nocturnas de la capital francesa.

Aun así, su interpretación no lo delata.

Encuentro en París es una alegre y aterciopelada comedia sentimental, más sentimental que cómica, casi trágica, sobre los avatares de un guionista de cine americano en París y su dulce secretaria. El cine visto desde dentro como acto ilusorio de una realidad que para nosotros ya no es tal. La fascinación se incrementa con las apariciones especiales de Tony Curtis, Mel Ferrer y Marlene Dietrich, descendiendo esta última de un suntuoso Rolls Royce.

Quine ofrece momentos de gran cine. Había sido con Donen y Edwards uno de los capitostes de los mejores hallazgos de aquella época. Un cine sentimental, sofisticado, de líneas precisas y perfumado. Encuentro en París no se ha visto aquí en mucho tiempo. Su encuentro con ella debe ser para muchos forzosamente gozoso.

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